La tormenta Noel

Es curioso cómo la naturaleza demuestra su vigor y la estúpida arrogancia del ser humano, que ni es capaz de predecir sus devastadores efectos ni de hacerle frente cuando la ocasión lo requiere.
Hoy lunes, en Santo Domingo la actividad se ha paralizado como consecuencia de la tormenta, la tormenta Noel (curioso nombre que asociamos a Papá Noel, a la navidad y los regalos). Lluvias torrenciales, vientos de unos 90 kilómetros por hora (han de alcanzar los 120 kph para que se considere un huracán), decenas de muertos y desaparecidos y más de 1.500 personas evacuadas en la República Dominicana.
El hotel Jaragua donde me alojo ha cerrado su puerta principal (teníamos que salir por la trasera). Se han suspendido las clases en los colegios y universidades, no han abierto la mayor parte de los comercios y el tráfico ha sido inusualmente bajo. Con qué animo nos íbamos a reunir para un proyecto u otro. La tormenta ha provocado cortes en el suministro eléctrico (oficialmente, en un 60% de la capital, aunque he comprobado que sólo tenían luz los hoteles y domicilios con grupos eléctricos propios) y una general sensación de impotencia. El Presidente Leonel Fernández ha convocado un reunion de urgencia esta mañana a las 13 horas.
La tormenta tropical se está desplazando hacia el noroeste (Cuba) a 24 kilómetros por hora. Aquí están previstos lluvias y fuertes vientos durante toda la semana.
¿Es una situación excepcional? Durante la temporada de huracanes en el Atlántico, que comenzó el pasado 1 de junio, se han formado catorce tormentas (incluyendo a Noel) y cuatro huracanes, de los cuales dos han alcanzado la categoría cinco, la máxima según la escala de intensidad Saffir-Simpson.
Y los españoles, como todos aquellos que vivimos en países desarrollados, quejándonos por nimiedades...