Wellness, Liderazgo y Vibraciones 'espaciales'

Hoy en el vuelo de vuelta a Madrid he estado leyendo el libro Ni un kilo de más de Fernando Sartorius, publicado en septiembre de 2008. Fernando Sartorius se fue a Estados Unidos con 18 añitos, donde fue campeón de padel y se convirtió en entrenador personal (trainer) del Gold’s Gym, el gimnasio más prestigioso del mundo. Ha puesto en forma a estrellas internacionales y publicado dos libros anteriores, Tu entrenador personal y Cinco Claves.

En Ni un kilo de más, el autor expone, en menos de 150 páginas, por qué conviene cambiar de hábitos alimentarios (siempre desde la motivación y el disfrute), por qué las dietas no funcionan (“efecto yo-yó”), comer emocionalmente como ejemplo de un mal hábito, las estrategias ganadoras (llevar un diario de las comidas, controlar el tamaño de las raciones, comer cada cuatro horas, evitar la comida basura) y cuál es el ejercicio físico que más nos conviene (la espiral ascendente positiva del ejercicio), así como conceptos básicos (densidad nutritiva, dieta equilibrada, preguntas frecuentes). Se trata de un libro muy práctico y útil, que recomiendo a todo el mundo que desee mejorar su forma física.

En La Vanguardia de hoy, David Pérez (entrenador de deportistas y equipos de élite) se cuestiona ¿Por qué Obama tiene tiempo para el deporte y nosotros no? Excelente pregunta. Una de las personas más ocupadas del planeta, después de dos años de intensa campaña electoral y tras haber ganado las elecciones, no se ha tomado un descanso. “Obama nos demuestra con esta decisión que la forma de conseguir su mejor rendimiento personal –la capacidad de vivir como uno quiere vivir- no consiste en que el trabajo o sus responsabilidades dominen su agenda; por el contrario, toma sus decisiones independientemente de lo que pueda sucederle. Gane o pierda, él va al gimnasio. Obama demuestra también otra cosa importante: este hombre sabe ser humilde y reconoce que necesita entrenarse para disfrutar del equilibrio personal necesario para hacer las cosas bien y ganar”. David Pérez cita a Ramon Llul: “Pensar por uno mismo es el único proyecto de la vida”. Y concluye: “Atrevámonos. Nosotros también podemos”.

También en La Vanguardia, pero ayer martes, Lluis Foix dedicaba una página a Un intelectual en la Casa Blanca. “Barack Obama tiene poetas y escritores de cabecera. Ha escrito libros y lee historia y ensayo. Habría que retroceder a John Kennedy para encontrar un político de mente abierta, un presidente que escribe sus propios discursos y que tiene una cierta idea de la joven historia americana. Cuentan que Kennedy leía a Sófocles mientras se afeitaba y que un libro lo devoraba en cuestión de horas. Leyendas.” Foix define a Obama como un “intelectual pragmático”, que llega al poder en EEUU tras Nixon, que era primario, Reagan, que usaba frases cortas, Los Bush que han dado poco de sí y Clinton, de quien recordamos su “es la economía estúpido”. “Sería interesante que personas con ideas regresaran a la política. Quien haya frecuentado el célebre restaurante parisino La Procope habrá comprobado como los fundadores de la república americana discutieron, comieron y bebieron con los hombres de la Ilustración. Ahí están sus nombres escritos en las mesas. Madison, Jefferson y Adams eran mentes lúcidas. Dicen que el presidente Garfield podía escribir simultáneamente griego con una mano y latín con la otra. El primer presidente y el más valorado de la historia americana, George Washington, era un militar y un patriota que conocía cómo administrar negocios pero no había leído a los clásicos. Se dejó aconsejar por los que sí los conocían. Un presidente con ideas propias y sentido común, un intelectual de corte americano, tomará el poder en un Washington donde la política es sucia e ingrata. Como lo ha sido siempre en todas partes. Como dijo él mismo en la noche triunfal. “God bless America and may God bless the United States of America”. Le harán falta muchas bendiciones”. Seguramente. Nos jugamos mucho en este envite.

En El Economista, Ángeles Caballero entrevista a mi admirada Inma Shara, que participará en un concierto benéfico el próximo 22 de noviembre: “Liderar también es visualizarte en los demás; no sólo oír, sino escuchar”. Una gran periodista, dialogando con la mejor directora de orquesta de Europa. Inma define la música como elegancia, exquisitez. Y liderar como “aglutinar todas las individualidades, en una sociedad muy individualista”. Sensacional. En la columna adjunta, Territorio femenino, Ángeles Caballero se pregunta ¿Alguna vez será culpa nuestra lo que nos pasa? Un canto a la responsabilidad. “Dejemos lo de llorar para las películas y analicemos qué parte de la cuota de la crisis nos corresponde, y a trabajar”. Chapeau.

El Economista está hoy sembrado. “La imaginación de los directivos pide paso a la crisis”, artículo de Juan M. Barberá sobre el V Congreso de CEDE (Confederación Española de Directivos y Ejecutivos), que se celebrará en Zaragoza mañana y pasado y al que me hubiera encantado asistir. El VP de CEDE, Ramón Adell, recomienda “evitar ser cortoplacista y sustituir la descapitalización de las empresa de personas y talento, por imaginación”. El título del Congreso es Dirigir con visión global. Internacionalización y competitividad y va a contar con ponentes como Felipe González, Rodrigo Rato, Javier Solana, Antonio Brufau, Belén Amatriaín, José Luis Aguirre, Alain Minc, Pedro Nueno o Alfons Cornella.

Y en la última página, también de El Economista, Verónica Zabala nos presenta En forma con vibraciones ‘espaciales’, un artículo sobre las plataformas vibratorias. “Diseñadas para entrenar a los astronautas rusos, las plataformas vibratorias llegan a los gimnasios”. Diez minutos de ejercicio tonifican más que un partido de tenis de dos horas. En 1999, el entrenador Guus van der Meer adaptó las técnicas vibratorias al entrenamiento de deportistas profesionales. Según la ley de Newton, se puede mejorar la fuerza aplicando más masa o más aceleración al cuerpo. En la Power Plate se entrenan Rafa Nadal o Lance Armstrong, porque produce un reflejo de estiramiento y contracción (siempre según Verónica Zabala) de entre 30 y 60 veces por segundo. Sin impactos ni sobrecargas, una sesión de entre 12 y 25 minutos, en ciclos de un minuto de vibración y otro de descanso, mejora el rendimiento, regenera el músculo, aumenta la tonificación, la flexibilidad y la movilidad y llega a aumentar la fuerza y la resistencia de todas las fibras musculares un 100%. “Mejora el equilibrio, combate la osteoporosis, al incrementar la densidad ósea; ayuda a eliminar la celulitis, aumenta el flujo sanguíneo y el índice metabólico y libera el estrés”.

Mens sana in corpore sanisimo. Impresicindible en los tiempos que corren.