Tacones


Día intenso en Madrid. Reuniones con periodistas, clientes, internas con compañeros de trabajo, coaching por la tarde. Sin parar. Y feliz.


Ayer recibí sendos libros de dos grandes amigos, a los que quiero y admiro mucho.

Aventuras de una gallina emprendedora es el nuevo libro de Rubén Turienzo, con Menchu Gómez. En la contraportada podemos leer lo siguiente: “La gallina Popeya tiene un sueño: montar una fábrica de huevos a las finas hierbas al otro lado de la peligrosa carretera. Con valentía y buen humor, la intrépida gallina y sus amigos de Chicken City emprenderán la gran aventura de trabajar en equipo para hacer realidad el proyecto. Los autores se valen de esta divertida historia para enseñar a negociar con eficacia, promover relaciones enriquecedoras con los demás, transformar los problemas en oportunidades, focalizar nuestras energías, conseguir una comunicación efectiva y enfrentarnos a las dificultades con optimismo y confianza en nosotros mismos. Advertencia: ¡la lectura de este libro te dará ganas de comerte el mundo!”

Tan didáctico como divertido e ingenioso. Muy recomendable. Como se dice en el libro, “Rubén Turienzo Ortiz es uno de los referentes del nuevo management nacional”. Absolutamente cierto. Es el maestro de la Estrategia Personal, además de una persona formidable.

Tacones de azúcar, de Yolanda Sáenz de Tejada. Premio Sial de Poesía 2008. En la portada, alrededor de un zapato con Tacones de azúcar, la siguiente frase: “En un poema es difícil andar, por eso me he fabricado unos zapatos iguales a mis versos. Afilados como un tacón y dulces como el azúcar”.El prólogo de Luis García Montero también es una obra de arte. Empieza así: “Yolanda Sáenz de tejada se acercó a la poesía de la mano de Ángel González”. Y qué dedicatoria: “A mi Capitán Trueno, por quedarse en navegar en mí…”

Yolanda Sáenz de Tejada es, con el permiso de Luis Alberto de Cuenca, de Luis García Montero y el entrañable recuerdo de Ángel González y José Hierro, la gran poeta actual de nuestra literatura.

Todos los poemas de este libro son verdaderamente preciosos. Dejo dos en mi alma:

Cuando paseo contigo por la calle
y tú me coges de la vida por la mano,
yo sonrío atolondrada
como niña de colegio en su recreo.

Cuando me llevas a un hermoso restaurante,
y yo siento mi silla en tu cara,
no te dejo que mires a otro sitio;
sólo mi cara de adolescente enamorada.

Cuando me regalas la tarde
y bajas el sol hasta mis nalgas
(antes de que el fuego queme mis rodillas),
yo duermo la siesta de adulto entre tus ojos.

Después, cuando la noche aprieta mi ombligo
y tú me compras un regalo;
yo me tumbo en la esquina de tu boca
para morir de vieja entre tus besos.

Y éste otro:

Me ha dicho un amigo
que tres segundos
necesita tu piel
para sentir
si los ojos que se clavan
en tu boca
te aman…

Tres segundos
sobreviviendo a tu mirada:
arrancando de mis entrañas
(con mis propias manos)
el dulce lamento
que nace,
como perro rabioso,
entre mis pechos.

Tres segundos
para nadar entre tus dientes
y para,
después de luchar
contra las olas de tus manos,
bajar los ojos,
ante mi deseada muerte.

Tres segundos
para cerrar la puerta loca
que se abre entre mis venas,
rajando en cada portazo
(con tu tierna voz)
los dinteles de mi estructura;
la seguridad rasgada
de mi lomo,
de mis piernas,
de mi pelo.

Uno,
dos,
tres…

Si no intuyera ya algo sobre las energías de este mundo, me extrañaría la “casualidad” de que mis dos amigos, Rubén y Yolanda, Yolanda y Rubén, hayan titulado Tacones (de Oz, de Azúcar) a alguno de sus libros.

Es el tiempo de los valientes, de los corazones intrépidos. Hay que echarle “tacones” para vivir la vida como la viven ellos.