Pagafantas

Por la mañana, desde las 8, he estado viendo en la 2 de TVE Cine en Concierto, patrocinado por la Fundación Padre Arrupe y Metro de Madrid, con la orquesta Europa Philarmonie dirigida por la genial Inma Shara y la voz solista de Florencia Aragón. Ha sido un concierto con los mejores temas del cine (El Padrino, Titanic, La lista de Schindler, Desayuno con diamantes, Lawrence de Arabia, New York, NewYork, Dos hombres y un destino, Éxodo y tantas y tantas bandas sonoras inolvidables). Precioso en todos los sentidos.

A la sesión de las 12 hemos ido Zoe y un servidor a ver Pagafantas. Una comedia divertidísima (creo que la mejor del cine español esta temporada). Un “Pagafantas” es el chico al que todas quieren… como amigo. La ópera prima de Borja Cobeaga es la historia de un “pringao”, Chema (Gorka Otxoa, al que conocemos por las series Vaya Semanita, Cuestión de Sexo o Saturday Night Live) que acaba de dejarlo con su novia de toda la vida, Elisa, y del que se aprovecha hasta la saciedad una joven argentina sin papeles, Claudia (Sabrina Garciarena, también de Cuestión de Sexo). La frase favorita de Chema para convencer a la gente para salir es “los miércoles son los nuevos viernes” y la de Claudia, “Ay, Chemita, qué majo y qué gracioso eres, eres un osito de peluche”. Chema vive con su madre, Gloria (la extraordinaria Kiti Manver), que cuida a la señora Begoña (Maria Asquerino) y trabaja con el tío Jaime (que no es tío ni nada, pero lleva 20 años siendo el "Pagafantas" de Gloria), que tiene una tienda fotográfica y se niega a vender cámaras digitales. En el reparto también están un astrónomo argentino (Michel Brown, de Pasión de gavilanes) que es el novio de Claudia, el amiguete de Chema, Rubén (Julián López) y su primo de Elche (Ernesto Sevilla; como Julián de La hora chanante y muchachada nui). Genial la “explicación científica” de “hacer una cobra”, del abrazo del koala, del lémur y del Pagafantas y la coña que se traen con Enrique Bunbury y Los héroes del silencio. Una comedia ingeniosa, con Bilbao como escenario (desde el conocido karaoke de la ciudad vasca al paseo junto al Guggenheim). En palabras del director, Borja Cobeaga, “que Euskadi es el Polo Norte sexual de Occidente puede sonar a tópico, pero es verdad. O te echas novia (y con suerte al año te deja cogerle la mano) o te pasas la adolescencia como una vaca viendo pasar el tren”.

Francamente, Pagafantas es muy recomendable. Entretenida, muy graciosa y de verdad para mayores de 7 años (Zoe tiene 8 y lo ha pasado estupendo, a diferencia de otras cintas de la cartelera). Para los pagafantas se ha creado una Asociación de ayuda al Pagafantas, con su página web (www.asociacionpagafantas.com), su test y su psicólogo terapeuta.

Por la tarde he estado leyendo Ficción e Identidad. Ensayos de cultura posmoderna, de Ana Marta González. Profesora de Ética en la Universidad de Navarra, Ana Marta González (Ourense, 1969) trata, a lo largo de siete ensayos, la llamada “cultura popular”. El primero es una reflexión filosófica sobre la película Matrix, que contrapone un mundo real y uno virtual. Se puede vir en la ignorancia o conocer la verdad, lo que es difícil de aceptar. Ana Marta compara los relatos de Morfeo y del agente Smith: en uno, lo primordial es la verdad y la libertad; en el otro, “la apariencia y el control del destino de los hombres por parte de la técnica”. La autora se pregunta: “¿cabe verdaderamente sustituir el relato teleológico por un relato evolucionista, mecanicista en última instancia?”En un mundo como Matrix, Neo sale victorioso porque es creativo y libre: “aunque la seducción de las apariencias es un riesgo permanente, al que muchos sucumben, en el hombre siempre anida la tendencia a la verdad”.

En el segundo ensayo, La rebeldía convencional de Madonna (o Madonna postmoderna), Ana Marta analiza a la cantante como “icono de los 90” (al parecer, es el personaje más fotografiado del siglo XX tras Diana de Gales). “Lo considero también significativo de la portentosa capacidad de nuestras sociedades para engullir todo lo que, de una forma u otra, por su apariencia más o menos irracional, se presenta como un tipo de amenaza”. Madonna domina dos claves del sistema: los medios y el mercado. Como “rebelde convencional”, la ironía es la clave de su éxito. Ya no es persona, sino personaje (“Madonna no quiere que la fijen en ninguna identidad convencional”).

El tercero es un Interludio (entre Madonna y la moda). La autora cita a Seeling: “Madonna ha demostrado que una mujer puede ser cualquier mujer si se sirve del estilo adecuado”. Sí. “la idea de que la identidad es una cuestión cultural que desaparece o se transforma cuando desaparecen o se transforman los elementos culturales como el vestido los adornos”. No es tan fácil, me temo (coincido con la profesora González): el hábito no hace al monje. “la moda no se alimenta de la diferencia, sino de la ilusión de la diferencia”.

Pensar la moda es el título del cuarto ensayo. Platón la criticaba porque las apariencias se oponen a las ideas inmutables y Rousseau porque la sociedad corrompe el ideal republicano de anteponer el bien común al interés particular. En esta “tiranía de la moda”, “hemos llegado a vender apariencias como identidad”. Y es que “el término identidad está de moda, y hace tiempo que ha tomado la calle”. Así inicia Ana Marta el quinto ensayo, Cambio social e identidad. “El problema moderno de la identidad era y sigue siendo cómo construirla” (Zygmunt Bauman). De “la vida como un viaje” (el peregrino) a experiencias aisladas (el turista). “Hablar de identidad es hablar de la conciencia que tenemos de nosotros mismos”. Sí, “el hombre necesita ser quién es él, para serlo de manera plena”. Para desarrollar la identidad, la autora aboga por la institución universitaria. Eso es optimismo (que también comparto).

Los dos últimos ensayos del libro tratan del (Des)gobierno postmoderno y de la Opinión contagiosa. “Desde ahora la política ha dejado de ser el gobierno de los hombres para convertirse en la administración de las cosas” (Saint-Simon). “El alcance deshumanizador de este proceso (el capitalismo global) se advierte intuitivamente en lo que nos separa de los antiguos: si morir por la patria podía tener algún sentido, morir por la empresa no tiene ninguno”. El imperativo de la imagen y el de la técnica han redundado en esa deshumanización. “Activar el principio de resistencia a la manipulación mediática es la tarea del auténtico líder”. La autora nos advierte de que “la nivelación social de todas las opiniones constituye una sutil forma de totalitarismo.” Ana Marta González concluye su obra con esperanza, citando a Tocqueville: “al revés de lo que ocurre con las fuerzas materiales, el poder del pensamiento aumenta con el pequeño número de quienes lo expresan. La palabra de un hombre poderoso que penetra solitaria en medio de las pasiones de una asamblea silenciosa tiene más poder que los gritos confusos de mil oradores; y a poco que se pueda hablar libremente en un solo lugar público, es como si hablara públicamente en cada pueblo”. Sí, la verdad prevalece y, como escribe Ana Marta, “ejercer esa libertad es cosa de cada uno”.

Impresionante libro. Sostengo que vivimos (sin darnos cuenta) en la “edad de oro” del management español. E intuyo, gracias a textos como el último de Daniel Inerarity y éste Ficción e Identidad, que también en el pensamiento nacional están emergiendo propuestas apasionantes, que deberíamos aprovechar como se merece.