Ágora

Me gusta mucho el cine de Alejandro Amenábar (Santiago de Chile, 1972). En 13 años, cinco películas: la inquietante Tesis (1996), con siete Goyas; una de ciencia-ficción, Abre los ojos (1997), con versión USA de Tom Cruise; una de terror, Los otros (2001), 8 Goyas; una biográfica, Mar Adentro (2004), Óscar a la mejor película en habla no inglesa, y la que acaba de llegar a nuestras pantallas, Ágora, rodada en inglés, con el mayor presupuesto de la historia del cine español (50 millones de euros).

Como creo que la ocasión lo merecía, me he documentado algo sobre la cinta y especialmente sobre la vida de Hipatia de Alejandría, la última científica de la antigüedad. He leído estos días el libro de Maria Dzielska, catedrática de historia romana antigua en Cracovia y autora de Hipatia de Alejandría; la novelización de la película que ha realizado Marta Sofía, el precioso libro Ágora. El viaje al mundo antiguo de Alejandro Amenábar, que es una especie de “making-of” de la peli, un interesante reportaje, Crimen en Alejandría, en la revista CLÍO Historia y diversas entrevistas a Alejandro Amenábar con ocasión del estreno de Ágora.

Del trabajo de la Dra. Dzielska, me quedo con el debate que generó en la Ilustración (“Hipatia aparece por primera vez en la literatura europea en el siglo XVIII. En 1720, John Toland publica un largo ensayo histórico sobre ella, que fue contestado por Thomas Lewis (“en defensa de San Cirilo”). En 1736, Voltaire toma partido: “Examen importante de Milord Bolingbroke o la tumba del fanatismo” y en su "Diccionario filosófico". Edward Gibbon, en su Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, elabora la leyenda de Hipatia. Sabemos muy poco de ella, porque se perdieron sus obras, pero ha quedado como figura histórica, como gran astrónoma y matemática, “víctima de la superstición y la ignorancia”.

“Hermosa, sabia y virtuosa”, Hipatia de Alejandría encarna la sofrosine (el autodominio: la abstinencia sexual, la modestia en el vestir –manto filosófico-, la moderación, el ascetismo y una actitud circunspecta ante discípulos y poderosos) y la dikaiosyne (la justicia). He podido comprobar leyendo a la Dra. Dzielska que fueron discípulos suyos Sinesio de Cirene, Herculiano (jefe de las fuerzas imperiales), el acaudalado Olimpio y Orestes (prefecto imperial de Alejandría, gobernador civil de Egipto entre el 412 y 415). Amonio y el obispo Cirilo también son personajes históricos.
Como maestra, “la ‘auténtica guía’ que preside los misterios de la filosofía ordena a sus discípulos que sigan las enseñanzas de Platón y que por medio de un enérgico esfuerzo de la inteligencia y el corazón descubran en su fuero interno el ojo enterrado dentro de nosotros”. Enseñó ontología, ética, matemáticas y astronomía (en palabras de su discípulo Sinesio, “la astronomía es por sí misma una forma de conocimiento”). Sinesio compara las clases de Hipatia con una ceremonia religiosa, con las clases como una especie de ritual.
Hipatia, hija y colaboradora principal de Teón (el último director de la biblioteca de Alejandría), debía tener unos 45 años al morir asesinada. A la muerte de Teófilo, “el faraón de la Iglesia”, el 15 de octubre del 412, le sucede Cirilo, su sobrino. A partir de entonces se inician las persecuciones a judíos y paganos, lo que provoca la ira de Orestes, el prefecto de Roma. Los seguidores de Cirilo empiezan a presentar a la “filósofa observadora”, como a una bruja, una hechicera, que utiliza artes satánicas. En marzo de 415, tras su acostumbrado paseo por la ciudad, los parabalanai (parabolanos) la sacan del carruaje, la llevan a la iglesia del Cesarión, le arrancan la ropa y la asesinan con fragmentos de cerámica. Luego llevan su cuerpo fuera de la ciudad, a Cinaron, y lo queman en una pira.

En la novelización de la película, escrita por Marta Sofía (Madrid, 1977) podemos ver que AA enfoca el relato hacia la astronomía (la inquietud de Hipatia por el heliocentrismo, siguiendo las tesis de Aristarco de Samos) e introduce la figura de Davo, un esclavo que se convierte al cristianismo. Davo se convierte en discípulo de Hipatia, se enamora de ella (como está enamorado Orestes, quien será prefecto de Alejandría) y cuando es liberado, pasa a convivir con los fanáticos. Su relación con Amonio (el cabecilla de los parabolanos) nos aporta muchas claves. Asistimos al incendio de la Biblioteca de Alejandría, a la persecución de judíos y paganos y al asesinato de la virtuosa Hipatia. Y todo ello con el ágora, con la plaza pública, transformada de signo de convivencia a lugar de hostilidades. Como ha dicho Amenábar, este Ágora es una metáfora del planeta.
Es impresionante la recreación de Alejandría a finales del siglo IV y comienzos del V: su Faro, su Biblioteca, su Ágora. El director de fotografía de la película, Xavi Giménez, escribe: “La biblioteca es la visualización del corazón de Hipatia. Hay tres espacios donde Hipatia se muestra de verdad: por un lado, los espacios para el conocimiento, contenidos en el aula (sabiduría) y en el tejado (reflexión), y el tercero es la biblioteca, donde está el sentimiento de Hipatia. Los tres la fundamentan como persona, por lo que tienen un tratamiento sutilmente parecido y a la vez diferenciado. El aula es un espacio natural de mucha velocidad fotográfica, con luces entrando, con picos de brillo, a veces dulce, porque la luz rebota en el suelo. En la biblioteca ocurre algo similar, pero la luz es mucho más templada, más envolvente. En la estética del tejado hay dos partes: por un lado, es el espacio del descubrimiento científico para Hipatia, por otro lado también de descubrimiento intelectual. Los momentos espirituales sólo ocurren de noche, iluminados únicamente con la luz de noche, sin fuentes de luz artificial. Y en los momentos de reflexión científica utilizamos luz artificial, pero de una manera muy distinta: algo muy lento y templado, que no tuviera una velocidad estética muy evidente, que fuera muy sutil”. Hipatia es, como dice Xavi Giménez, “el sol de la película, y a través de su visión todos descubrimos lo que está ocurriendo”.
En la cinta hay múltiples referencias: a Faraón (una película polaca de 1966), a Espartaco, Cleopatra, Gladiator, La caída del Imperio Romano, La lista de Schindler, 2001: Una odisea en el espacio, a la serie Cosmos de Carl Sagan… Y la protagoniza Rachel Weisz, Óscar por El jardinero fiel (Amenábar estaba buscando una Audrey Hepburn o una Merryl Streep con 20 años menos): una mujer accesible, directa, honesta, con sentido del humor y “despiadadamente intelectual” (es universitaria, y eso AA lo valora mucho). Según el director, “tiene una gran virtud: lo difícil lo hace extremadamente fácil”.

Tenemos que sentirnos orgullosos de que un compatriota sea capaz de montar una película así, de talla mundial, un gran fresco contra la intolerancia. Desgraciadamente, esta historia de fanatismo frente a sobriedad sigue siendo, 1.600 años después, muy actual. Es magistral cómo AA muestra Alejandría y cómo nos presenta a la filósofa. Creo modestamente que los diálogos, y el guión en general, no están a la altura de todo lo demás (las interpretaciones, el vestuario, la fotografía, la música…), pero en fin...

En cualquier caso, es una película imprescindible para quienes nos gusta el cine. Una reflexión sobre la intransigencia que resulta muy valiosa para todos.