Un Equipo 10


Jornada comercial de Coaching. Por la mañana, a una organización muy peculiar que ha elegido como Director general a un profesional que asume por vez primera la más alta responsabilidad de una empresa y por la tarde a dirigentes de un partido político, muy conscientes de la necesidad de desarrollar su Liderazgo.

La prensa de hoy destaca no sólo el triunfo de La Roja ayer en Bosnia (2-5), algo que ha dejado de ser noticia en el final de la era Luis Aragonés y en la era Del Bosque, sino que en la clasificación hacia el mundial de Sudáfrica del próximo año ha contado todos sus partidos por victorias. 10 de 10. Esto de ganarlo todo en una fase de clasificación sólo lo han conseguido Brasil (que ganó el mundial del 70) y Alemania (subcampeona del mundial 82), con la diferencia de que “la canarinha” disputó 6 partidos (23 goles a favor, 2 en contra) y la RFA, 8 (33 goles a favor, 3 en contra). La Roja ha marcado en esta fase previa al mundial 2010 28 goles, y ha recibido 5 (2 ayer). Llegar invicta es una magnífica noticia. Y además estamos de récord en la portería, Casillas igualó el récord de Zubizarreta de 70 victorias, con la particularidad de que Iker lo ha hecho en 99 partidos y Zubi necesitó 27 encuentros más. A siete meses y tres partidos de llegar a Sudáfrica, esto tiene una pinta bárbara, que dirían en Galicia.

Una vez más, nuestros éxitos deportivos contrastan con el panorama empresarial. El profesor Jaime Llopis (IESE) escribe un interesante artículo en El Economista sobre El talón de Aquiles de la productividad. Según el Conference Board Europe, España es el país de la UE que más ha empeorado en productividad en los últimos 15 años. Se hace eco de otro estudio que revela que nuestro país retrocede en productividad respecto a Europa a niveles de hace 30 años. Según la consultora Proudfoot, sólo el 61% de las horas trabajadas son productivas.

En la segunda parte del artículo, el profesor Llopis nos habla de las comidas interminables, de los parones para el bocadillo, de los puentes y las fiestas, de la escasa formación de los mandos intermedios. Con todo respeto y admiración, esos ejemplos no entran en lo esencial, y es que el 60% de la productividad es (buena o mala) calidad directiva. Y más del 30% restante una muy baja utilización de nuevas tecnologías. Si sólo se aprovechan seis de cada diez horas de trabajo no es tanto por las comidas (es una forma de relación, de generar clima y de hacer negocios en nuestro país) ni por las fiestas (trabajamos 219 horas que la media de la UE), sino porque la mayor parte de nuestros directivos carecen de una estrategia bien integrada, no realizan una gestión del desempeño de sus colaboradores adecuada, se enfrasca en reuniones interminables y nada prácticas, compensan mal a su gente, delegan escasamente, no lideran como deben. La crisis del modelo productivo lo es sobre todo del modelo directivo.

Y como en aquella Castilla de la que se quejaba el poeta Machado, “… aduladora, desprecia cuanto ignora”. Muchos empresarios y directivos de nuestro país presumen de que no necesitan ponerse al día, leer, contar con asesores. Javier Sampedro, en El País, se hacía eco de las investigaciones del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) de San Sebastián publicadas en la revista Nature. Según Manuel Carreiras, su director, “la enseñanza de la lectura se produce durante los primeros años escolares, al mismo tiempo que se aprenden otras destrezas. Separar los cambios que se producen en el cerebro durante la infancia causados por la enseñanza de la lectura de los cambios producidos por el aprendizaje de destrezas sociales o motrices es imposible”. Así es la educación del ser humano.

El lenguaje (que hasta 5.000 años era sólo hablado) ayuda a conectar la información visual con un dispositivo que analiza sonidos. Por eso al leer aumenta la materia gris en el área fonológica. Esto significa, por ejemplo, respecto a los disléxicos, que al no aprender a leer, sus áreas de los hemisferios cerebrales no crecen.

Tenemos una selección española de fútbol que nos hace soñar e ilusionarnos. Y unas cuantas empresas, grandes y pymes (hoy, por ejemplo, mi ex compañera de estudios Mercedes Navarro me hablaba de nuevo de la suya, donde trabaja, con gran admiración). Ojalá tuviéramos más de estas organizaciones admirables. Bueno, en realidad en esas estamos.