La prima cosa bella

Anoche llegué a tiempo para ver el partido de ida de la Supercopa de España entre el Real Madrid y el Barcelona. Todo un partidazo. El Madrid jugó con mucha intensidad, adelantando las líneas y atacó de lo lindo (fue el segundo menor porcentaje de posesión del balón de la era Guardiola, y eso que Xavi salió en la segunda parte para controlarlo; durante buena parte del encuentro, el conjunto blanco tuvo más la pelota que el culé). Las genialidades de dos de los “Mosqueteros”, Villa y Messi, provocaron que el Barça no perdiera el partido. Tuvo razón Pep en la rueda de prensa posterior, al irse contento por salir invicto. Cristiano y Benzema, que dispusieron de tres ocasiones claras cada uno, no marcaron. Veremos el miércoles, en la vuelta, en el Nou Camp.

Esta tarde he ido a ver “La prima cosa bella”, de Paolo Virzì. Esta es la crítica de Julio Rodríguez Chico (LaButaca.net):

“En el verano de 1971 asistimos a una fiesta popular en la Toscana en la que la hermosa Anna es elegida “Miss mamá“ bajo la mirada recelosa de su marido Mario, la desaprobación de su hijo Bruno y la inocente alegría de la pequeña Valeria. Poco después, gritos y peleas matrimoniales derivan en la fuga del hogar de la madre con sus hijos, en lo que será una crónica familiar de desastres y distanciamientos, aunque también de pequeñas alegrías al son de una canción. Ese vía crucis existencial nos lleva al momento presente en que el cáncer terminal de Anna se ofrece como una oportunidad para la reconciliación materno-filial, a partir de los recuerdos de un pasado felizmente desgraciado. “La prima cosa bella” es un ejemplo meridiano de la comedia clásica italiana, donde sus personajes tratan de abrirse paso en la vida aunque se dejen la piel a jirones, pero siempre bajo la protección cariñosa y enérgica de la mamma y de la familia.

Paolo Virzì entronca con la tradición nacional y logra momentos que rayan en el esperpento como la curiosa escena de Anna con el abogado y su mujer, o la del perplejo Cristiano que un día descubre en su despacho quién es realmente. También aquella en que el amor y la muerte se dan la mano en la habitación de la novia moribunda, mientras el objetivo de la cámara adopta el gran angular y toma un plano cenital para deformar una realidad tan patética como humana. Esa mezcla entre lo irrisorio y lo entrañable inunda toda la historia de Anna y sus hijos, evocada desde puntos de vista cambiantes pero en la que prevalece la mirada triste de un Bruno infeliz y gruñón que trata de evadirse con algún chute de droga cuando lo que necesita en un buen baño en el mar. O una madre a la que acusan de arruinarles la vida, pero que les quiere como nadie y que está orgullosa de sus hijos, aunque les reserve un secreto inconfesable.

La canción que cantan juntos en los momentos de dolor es la interpretada originalmente por Nicola di Bari, pero también el estribillo de una continua huida hacia adelante en su lucha por sobrevivir: el de la falta de estabilidad emocional y de fidelidad en el compromiso, como si necesitasen sentir la fuerza de la pasión y del sentimiento y arrojarse a esas aguas marinas —no es gratuita la escena final de Bruno con su novia— para llenar el vacío que notan en su interior. Virzì y Anna nos ofrecen una felicidad de mínimos y de supervivencia, de relaciones frágiles y fugaces, buscada entre condes y tenderos, en los rodajes de cine y en los despachos de abogados, para finalmente volver con el recuerdo a un marido y a unos maravillosos años en que todos cantaban juntos una canción llena de vitalidad y amor.

La trama de los años setenta está más conseguida que la actual, en especial en lo que a ambientación se refiere, si bien no faltan momentos emotivos junto a esa enferma que parece rebosar salud en el corazón y que vuelve a contagiar su amor por la vida a un desorientado hijo que nunca supo ser feliz. Por eso, debemos destacar la relación entre madre e hijo en su reencuentro, a pesar de lo artificioso que pueda resultar, gracias al buen trabajo de Stefania Sandrelli y de Valerio Mastandrea, personaje cómico en su tristeza y consecuencia de una dura infancia y de una caótica vida familiar. También Micaela Ramazzotti hace un buen papel como joven madre de vida errática e inconsciente, pero tremendamente entusiasta, dulce y de gran corazón.

La cinta se levanta sobre la ironía y sensibilidad en el guión y la frescura y ligereza en la interpretación, para acabar construyendo una equilibrada historia familiar de desgracia y sentimiento. Sin duda, se ve con gusto y agrado, pese a que le falta un poco de fuerza dramática, con una trama algo episódica para el pasado y más inverosímil para el presente. Gustará a los amantes de la comedia melodramática italiana de Ettore Scola, Dino Risi o Mario Monicelli, y a los nostálgicos que quieran oír el tema de Di Bari hecho vida en una familia sufridora. Fue la película italiana seleccionada para representar a Italia en los Oscars de 2010, y ganó tres premios David di Donatello para el guión y para los actores Mastandrea y Ramazzotti.”

Sí, es una felicidad de mínimos, basada en la actitud, pero es lo que lo único que muchas personas pueden permitirse. Anna, la protagonista, es de una belleza impresionante (a lo Ava Gardner, se dice en la película) y de una vitalidad desbordante, lo que provoca los celos de su marido y la atracción de todo tipo de hombres. La cinta es tragicómica, como su vida y la de sus retoños, como la ciudad de Livorno, junto al mar, en la preciosa Toscana.

La peli te deja un buen sabor de boca, que mucho es tal como está la cartelera. La canción que da título a la cinta (www.youtube.com/watch?v=OpA3kWnNjng), de Nicola di Bari (1970), dice en castellano:

“Hoy tomo la guitarra,

y toco por ti,

no sé tocar siquiera,

ésta es la vez primera,

mas toco por ti.

Mi corazón hoy canta,

mi voz esta alegre,

amore, amore amore,

tan solo se decirte,

mas tú me entenderás.

Los prados tienen flores

que huelen a ti,

podría hoy morirme

después de haberte visto,

no pido ya más...

Primera cosa bella

que encuentro en mi vida,

ha sido tu sonrisa, has sido tú.

Al fin tengo una estrella,

mi noche se ilumina,

estoy enamorado de su luz...

Mi corazón hoy canta,

mi voz está alegre,

amore, amore, amore,

tan solo se decirte,

mas tú me entenderás...

Primera cosa bella

que encuentro en mi vida,

ha sido tu sonrisa,

has sido tú.

Al fin tengo una estrella,

mi noche se ilumina,

estoy enamorado de su luz

uh uh uh....

Mi corazón hoy canta,

mi voz está alegre

amore, amore, amore,

tan solo sé decirte

mas tú me entenderás…

mas tú me entenderás…

La prima cosa bella/ che ho avuto dalla vita/
è il tuo sorriso giovane, sei tu./
Tra gli alberi una stella/
la notte si è schiarita/
il cuore innamorato sempre più/
sempre più.