El acierto del corazón

Jornada en Alicante, de reuniones con el DG del Grupo Ribera y con la empresa Energy Sistem (una compañía muy innovadora de electrónica de consumo, situada en Benidorm, que dirigen cuatro hermanos en plan “Mosqueteros” y cuyo símbolo, tal como he comentado en alguna ocasión en este blog, es el ‘cora-check’, mitad corazón y mitad símbolo de chequeo: el acierto del corazón). Dos ejemplos de empresas alicantinas que, con la que está cayendo, están haciendo muy bien las cosas. Y almuerzo en el Hogar del Pescador de Villajoyosa: arrocito frente al mar a una temperatura maravillosa.

Ayer, durante la comida en Deusto, hablamos del entrenador Manuel Preciado. Por esas ‘causalidades’ de la vida, el mismo día que el Sporting de Gijón decidió destituirle. Era el decano de los entrenadores de Primera, el que más años llevaba con el mismo equipo (había conseguido que el equipo gijonés ascendiera con él). Una persona entrañable a la que la vida le ha tratado con inusual dureza. Al parecer, ha decidido quedarse a vivir en Gijón y acudir a ver al Sporting en El Molinón como un aficionado más. ¿Se jubilará como entrenador? Quién sabe. En otras actividades laborales, le faltaría una década para la jubilación, pero en el fútbol de alta competición, tiene una docena de años más que la media de edad de los entrenadores de Primera División. Espero que cuenten con él, porque mucho vale. Talentos así no se pueden desaprovechar. Mi recuerdo para Manuel Preciado, a quien conocí brevemente en su etapa en el Racing y del que me ha hablado mucho mi buen amigo José, gijonés, del Sporting y del Real Madrid, uno de los mejores Directores de RR HH que ha tenido y tiene el Principado. Mi agradecimiento a los dos por ser como son.

Pasado mañana se estrena la nueva película de Icíar Bollaín, Katmandú. Está basada en el libro Una maestra en Katmandú, de Vicki Subijana. Hoy he leído este texto (me interesa la historia reciente, ya sabes) y me ha gustado su punto de vista. Una pedagoga de origen andaluz, residente en Barcelona, que se interesa por la cultura tibetana, que aprende que “hay mucho Tíbet fuera de Tibet”, visita Nepal, queda impactada por la baja calidad de las escuelas nepalíes y, tras cinco meses de vuelta a la ciudad condal en la que rompe con su pareja –la autora cita a Lluis Llach: “Em pregunto per què no sabré mai comprendre, que el adéu d’un amor faci sempre oblidar tants moments de tendressa…”-, decide volver a Katmandú a montar una guardería siguiendo el sistema de María Montessori. Algunas personas pueden pensar que tal no haya que irse tan lejos para ayudar a sus semejantes… Es posible. Sin embargo, en el caso de Vicki la búsqueda le lleva a encontrarse en el sufrimiento y el dolor de las buenas gentes de la capital nepalí. Para ella, “es el trabajo que he venido a realizar aquí en la Tierra”. Es preciosa la historia de su escuela para niños necesitados, de su matrimonio con Kami y de su hijo, Lobsang Dhundup (Lobsang quiere decir “persona que tiene buena mente y buen corazón”; Dhundup, “aquel que cumplirá sus propósitos”). Después de leer el relato, me apetece aún más ver la película de Icíar Bollaín, protagonizada por Verónica Echegui.

Vicki recuerda en el libro un poema de su amiga Pilar Munell:

Si miras al mundo con tristeza,

verás un mundo triste.

Si miras al mundo con odio,

odiarás la vida.

Cuando sonría tu corazón,

comparte tu dicha.

Cuando llame la primavera a tu casa,

deja que entre,

que colme todos los rincones,

y, cuando te haya saciado de alegría,

sal a la calle y llama de puerta en puerta.

Tenemos que “educar la mirada” (las cosas no son como son, sino como nosotros las interpretamos), porque “el secreto de la felicidad es tener buenos pensamientos, aunque las circunstancias sean adversas” (Dalai Lama); “la mejor manera de vivir la vida es aceptar la adversidad como si la hubieses deseado” (Séneca)… y contagiar a los demás de sana e inteligente alegría –no de la del “colgado”-. Como dice la canción, “make someone happy, and you’ll be happy too” (haz feliz a alguien, y tú también lo serás).

Katmandú quiere decir “templo de madera”, porque los newar (la etnia más antigua del valle de Katmandú, cuya historia se remonta a hace 2.500 años) construyeron allí los primeros templos de madera.

Templos de madera,

Aciertos del corazón,

Vida feliz.

“Un hombre sabio toma sus propias decisiones; un ignorante sigue la opinión pública” (proverbio chino). Vaya lección de Liderazgo desde Extremo Oriente para fluir desde el coraje y las convicciones profundas.