Hoy ha sido un día
particularmente largo. Me he levantado a las 5,30 de la mañana, para coger el
vuelo Bilbao-Madrid de las 7. Por suerte, he podido ver a Zoe antes de que
tomara la ruta al cole a las 8,25.
Y después, vuelo Madrid-México
a las 14.25 h, que ha llegado a las 20,15 h (las tres de la madrugada en
España).
En el trayecto, de unas doce horas, he vuelto a ver Misión imposible: La amenaza fantasma y he visto por primera vez Todos los días de mi vida (The Vow), Un lugar
para soñar (We bought a zoo) y Caballo
de batalla (War horse). Prescindibles las tres.
Y he estado leyendo la Historia de
la filosofía china del eminente sinólogo alemán Wolfgang Bauer y Chavs: la demonización de la clase
trabajadora, de Owen Jones, considerado el libro político del año en Gran
Bretaña.
El profesor Bauer analiza el confucionismo, taoísmo y budismo en China,
tres filosofías “sin Dios” que han estado conectadas con el poder político
durante 2.500 años.
Owen Jones trata el tema de las clases sociales en su país, desde el
thatcherismo, que consideraba que “hablar de la clase era de comunistas”, a Tony Blair, obsesionado con la
“meritocracia” y lo “aspiracional” y al actual primer ministro, David Cameron,
que estudio en Eton (como 19 de los parlamentarios conservadores). Para que la
desigualdad no avergüence, mejor cubrirla con discursos demagogos.
Me ha parecido particularmente interesante la comparación entre Madeleine
McCann (la niña desaparecida en Portugal en mayo de 2007)y Shannon Matthews
(desaparecida en febrero de 2008). Sin embargo, desde el principio los
periodistas dedicaron más de mil artículos a Madeleine. Se ofreció una
recompensa de 2’6 millones de libras. Richard Branson y otras celebridades
apoyaron la causa y se convirtió en un trauma nacional. Los parlamentarios
llevaron lazos a su favor. Para Shannon, la recompensa era solo de 25.000
libras (después se subió a 50.000 libras). Es decir, que una niña era más
valiosa que la otra. ¿Por qué? Por fin me he enterado: el resort al que fueron
los McCann en el Algarve es del grupo Mark Warner, y da una imagen de
vacaciones para las familias (no podía permitirse tan mala publicidad). Los
McCann eran devotos y fotogénicos… A diferencia de Madeleine McCann, Shannon
apareció viva el 14 de marzo de 2008. Había sido secuestrada y ocultada en un
diván, drogada para que estuviera quieta. Tiempo después se supo que había sido
su propia madre, Karen Matthews, de 32 años pero aparentando 60, para cobrar el
rescate. Los medios y los políticos se le echaron encima. “El veredicto de
Karen Matthews y su vil cómplice es un veredicto a nuestra rota sociedad”, dijo
el primer ministro David Cameron. Claramente, dos baremos.
Voy a pasar diez días trabajando en México. Desde julio del año pasado,
he estado en tres ocasiones y ahora estaré un total de seis semanas hasta
septiembre.
México es un gran país que me encanta, especialmente por su gente.
Acogedora, amable, considerada… Un país con un estado de ánimo positivo,
ganador.
Las emociones, que dominan nuestras vidas, son reacciones neurológicas de
corta duración. Son la respuesta (en general, inconsciente) a un estímulo
exterior. De nuestra inteligencia emocional depende cómo gestionamos esas
emociones, tanto las positivas (la alegría, la sorpresa positiva) como las
llamadas “negativas”, también muy necesarias (el miedo, la rabia, la tristeza,
el asco, la vergüenza, etc).
Los estados de ánimo son más estables, más profundos. Los victimistas
(personas, empresas, sociedades enteras) se pasan la vida quejándose de lo que
les pasa, como críos caprichosos. Desgracidamente, la vieja Europa tiene mucho
de eso.
Los protagonistas (personas, empresas, sociedades) no se dedican a
quejarse, sino que “cogen el toro por los cuernos”, se sienten responsables,
disfrutan de lo que sale bien (lo reconocen, lo agradecen) y se esfuerzan por
cambiar lo que debe ser mejorado. Se sienten libres, dignos y felices, señales
de la “inteligencia triunfante”.
Basta darse un paseíto de vez en cuando por Iberoamérica y volver después
a España para notar las diferencias. Sí, en nuestro deporte, La Roja de Vicente del Bosque, el Barça
de Guardiola, el Madrid de Mourinho, el Athletic de Bielsa o el Valencia de
Emery, por no hablar de muchos otros (el Deportivo de Oltra o el Celta de Paco
Herrera, que merecidamente han regresado a Primera División) practican estados
de ánimos ganadores, centrados en la acción y en la responsabilidad.
Por eso admiramos tanto nuestro deporte (el éxito no es por casualidad) y
como país tratamos, erróneamente, de generar confianza en los mercados desde
posiciones de lamentación, tristeza, conflictos entre partidos… desde estados
de ánimo bastante lamentables.
Una hora de retraso en el vuelo Madrid-México y otra hora de retraso en
el de México-Villahermosa, que tenía previsto salir a las 21,30 (llegada tardía
de la tripulación, procedente de Monterrey). Total, que he llegado al hotel más
allá de las doce, a las siete de la mañana hora española.
Mi agradecimiento y reconocimiento a quienes mantienen estados de ánimo
positivos, responsables, optimistas, ganadores. Como diría el maestro José
Antonio Marina, “dejemos el pesimismo para tiempos mejores”.