Hoy lunes me ha tomado el día libre para ir con mi hija Zoe a Barcelona. Vine
por primera vez a la ciudad condal con 11 años (en 1975, meses antes de que
muriera Franco) y aquí viví con mis padres y hermanas durante cinco años. Unos
años maravillosos, en los que aprendí a amar esta bellísima ciudad
mediterránea, cosmopolita y de una gran calidad de vida. Y ahora es Zoe,
precisamente a sus once años, la que descubre una de las principales ciudades
de Europa.
AVE de las 9.30 y llegada a Barcelona antes de la una de la tarde. Hemos
dejado las maletas en el hotel, en el Paseo de Gracia, y nos hemos dirigido a
la Pedrera. De ahí, Paseo de Gracia más arriba hasta Casa Fuster. Un paseo
delicioso.
Hemos quedado para almorzar en Tuset two set (27) con Marisa, Josep y
Diana, expertos en imagen, en comunicación y en deporte, con quienes hemos
comido al aire libre y compartido una estupenda conversación.
Ya por la tarde, nos hemos recorrido el Parque Güell, que estaba a tope
de turistas. Fotos junto al dragón, algunos recuerdos de la tienda y de vuelta
al Paseo de Gracia, desde la Casa Batlló a la Plaza de Catalunya, y desde
recorriendo todas las Ramblas hasta el monumento a Colón.
Cenita en un fast food (concesión a Zoe) y un rato en la terraza del
hotel, con unas vistas maravillosas de la ciudad. En fin, que lo hemos pasado
estupendamente en el día de hoy.
Y hoy, no una lectura sino dos. La biografía autorizada de Vicente del
Bosque por el escritor salmantino Paco Cañamero (que me ha hecho descubrir
facetas del primer entrenador que ha ganado Champions, Eurocopa y Mundial, una
persona que sabe tratar con inusual serenidad los buenos y los malos momentos).
Y la biografía en cómic del difunto Steve Jobs, mucho más entretenida que el
tochazo de Walter Isaacson. Como en el caso de Nelson Mandela, el cómic es una
herramienta muy poderosa para contar la historia de una vida.
Mi agradecimiento a Marisa Serrano y sus amigos Diana y Josep, así como a
mi hija Zoe, que me hace sentirme muy orgulloso.