Chichen Itza y las profecías mayas


Ayer sábado, Zoe y un servidor estuvimos en Chichén Itzá, una de las nuevas maravillas del mundo (junto con el Coliseo de Roma, el Cristo Redentor de Río, la Gran Muralla China, Machu Picchu en Perú, Petra en Jordania y el Taj Mahal en la India, además de las Pirámides de Egipto, “maravilla honorífica”; quedaron finalistas la Acrópolis de Atenas, la Alhambra de Granada, el Angwor Wat de Camboya, el castillo de Neuschwanstein en Alemania, la Estatua de la Libertad en Nueva York, el Kiyumizu-dera en Kioto, los Moáis de la isla de Pascua, la Ópera de Sidney, la catedral de San Basilio den Moscú, Santa Sofía de Estambul, Stonehenge en Gran Bretaña, Tombuctú en Malí y la Torre Eiffel).
Es impresionante el conjunto de monumentos de Chichén: la pirámide de Kukulkan, el juego de pelota, el observatorio, el mercado, etc. Verdaderamente únicos. Mi agradecimiento a Manuel, el guía; a Walter, el conductor y a todo el equipo (Raúl, el personal de “La Casona”, donde almorzamos en Valladolid, Yucatán) que nos hizo pasar un día tan agradable.
          
He estado viendo el DVD 2012. La profecía final, que se entrega junto al último número de la revista Año Cero. Se refiere a los trabajos del geólogo de la Universidad de Princeton Adam Maloof. Parece ser que se produjo un corrimiento polar hace 800 millones de horas; el Dr. Maloof cree que un corrimiento polar (un concepto que Kelvin, Charles Darwin y Albert Einstein analizaron esta teoría) tarda un millón de años en producirse. No es de esto de lo que habla la profecía maya.
Con la ayuda del profesor Rafael Cobos, arqueólogo de la Universidad del Yucatán que lleva 30 años estudiando la civilización maya, visitan Chichen Itzá, y se detienen en la Pirámide de Kukulkán y el juego de pelota. Al parecer, los sacrificios humanos (arrojando los cuerpos sin vida al celote sagrado) provocaron que las aguas se volvieran insalubres. El juego de pelota (antecedente del fútbol) era una representación dinámica de los movimientos de los cuerpos celestes.
John Mayor Jenkins es un escritor dedicado por entero a la reconstrucción de la antigua cosmología maya. “El campo de juego estaba alineado con la salida del sol, del primer día del solsticio de diciembre” (no por casualidad, el logo de Amedirh). Lo que los mayas miraban era el alineamiento galáctico: el 21 de diciembre de 2012, el sol se alineará con el centro de la vía láctea. Es un fenómeno que ocurre una vez cada 26.000 años. No existen pruebas científicas de que haya consecuencias devastadoras.
Sólo quedan tres Códices: en Madrid, París y Dresde. Encerrado en la cripta de la Biblioteca del Estado de Sajonia se haya el Códice que explica el fin del mundo. El Códice de Dresde es el documento escrito más intrigante que dejaron los mayas; según Andreas Fuks (Universidad Técnica de Berlín), data de 1.250 d. C. Nikolai Grube (etnólogo de la Universidad de Bonn) explica que en su última página hay un aviso sobre el fin de los tiempos: vemos caer la lluvia, hay relámpagos y un cocodrilo que baja del cielo y arroja chorros de agua que acaban con la vida del planeta.
Lonnie Thompson, paleoclimatólogo de la Universidad Estatal de Ohio, ha demostrado que hace 5.200 años ocurrió algo parecido. Desde 1974, ha visitado el glaciar Quelcaya, en los Andes peruanos, para comprobar que en esa época hubo una glaciación repentina. Una zona apacible se cubrió de nieve de la noche a la mañana. El glaciar se ha reducido un 25% en la última década, y ahora lo hace a un ritmo diez veces mayor. En aquel tiempo (en los Andes, en el Kilimanjaro, en los Alpes): sucesos climáticos y cambios culturales. “5.200 años después, podemos estar a punto de vivir un cambio climático similar”. Inundaciones, subida de las aguas… “Nuestros antepasados rendían culto a la naturaleza” (Mary Coba Cupul, descendiente viva del pueblo Itzá).
Por lo que cuentan por aquí, en este mundo maya, se trata de un nuevo ciclo, de un renacer.
Y hablando del juego de pelota, México dio la sorpresa en los Juegos Olímpicos al vencer en la final de fútbol a la favorita, Brasil, 2-1, en el mítico Wembley ante 90.000 espectadores. Los mexicanos fueron un equipo, frente a las individualidades cariocas. El fútbol, como la vida, es una labor de equipo.