Coelho nos enseñó "El secreto de la felicidad"


En su estupendo blog, el consultor José Ignacio Perier me recordó la historia que más me gusta de El Alquimista de Paulo Coelho: El secreto de la felicidad.
“Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el Secreto de la Felicidad. El joven anduvo durante cuarenta días por el desierto, hasta que llegó a un hermoso castillo, en lo alto de una montaña. Allí vivía el sabio que buscaba.
Sin embargo, en vez de encontrar a un hombre santo, nuestro héroe entró en una sala y vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían, personas conversando los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves y una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región del mundo. El Sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas para que le atendiera.
El Sabio escucho atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo para explicarle el Secreto de la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su palacio y volviese dos horas más tarde.
Pero quiero pedirte un favor – añadió el Sabio entregándole una cucharita de té en la que dejó caer dos gotas de aceite -. Mientras camines lleva esta cucharita y cuida de que el aceite no se derrame.
El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara. Pasadas las dos horas, retornó a la presencia del Sabio.
¿Qué tal? – preguntó el Sabio -. ¿Viste los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste el jardín que el Maestro de los jardineros tardó diez años en crear? ¿Reparaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca?
El joven, avergonzado, confesó que no había visto nada. Su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el Sabio le había confiado.
Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo – dijo el Sabio -. No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa.
Ya más tranquilo, el joven cogió nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar. De regres a la presencia del Sabio, le relató detalladamente todo lo que había visto.
¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié? – preguntó el Sabio.
El joven miró la cuchara y se dio cuenta de que las había derramado.
Pues este es el único consejo que puedo darte – le dijo el más Sabio de los Sabios -. El Secreto de la Felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la cuchara.”
Las lecciones que nos transmite Paulo Coelho son muy profundas: mirar todas las maravillas del mundo (los estadounidenses, tan prácticos ellos, lo llaman savouring), pero sin olvidarse de las dos gotas de aceite en la cuchara. Hemisferio izquierdo + hemisferio derecho, concentración + placer, disfrute y resultados. Tenemos dos ojos, dos oídos, dos brazos, dos piernas, dos orificios nasales… ¿por qué no hacer ambas cosas a la vez?
Respuesta, porque presumimos de ser muy “pies a tierra” o muy soñadores. No tenemos que elegir, sino combinar ambos mundos.
Mientras escribo estas líneas, llevo una camiseta de Kukulkán, la serpiente alada. Repta, pero se eleva. Conoce el terreno, pero vuela. De eso se trata.
Por lo demás, no me cansaré de repetir que las investigaciones científicas sobre la felicidad, con Sonja Lyubomirsky a la cabeza, nos enseñan que la felicidad no se busca ni se encuentra sino que se construye. Somos l@s artífices de nuestra propia felicidad, que depende de doce actividades deliberadas:
1.    Expresar gratitud
2.    Cultivar el optimismo
3.    Evitar pensar demasiado y la comparación social
4.    Practicar la amabilidad
5.    Cuidar las relaciones sociales
6.    Desarrollar estrategias de resiliencia y serenidad
7.    Aprender a perdonar
8.    “Fluir” más
9.    Saborear las alegrías de la vida
10.Comprometerte con tus objetivos
11.Practicar la religión y la espiritualidad
12.Ocuparte de tu cuerpo y de tu alma


Mi reconocimiento y mi agradecimiento a las personas que sois deliberadamente felices y hacéis felices a los demás, combinando el saboreo (vivir el presente) con la perspectiva (lo mejor está por llegar).


“Cuando somos felices, somos poderosos de voluntad” (Arancha Merino).