Los siete hábitos de la MARCA eficaz


Stephen R. Covey es como el Cid Campeador: gana batallas (en este caso, intelectuales) después de haber fallecido.
Recuerdo vivamente, como si fuera hoy, cuando leí su libro Los siete hábitos de la gente eficaz (The Seven Habits of Highly Effective People). Se publicó en 1989, el mismo año que la caída del muro de Berlín, no por casualidad. Era la versión “comercial” de su tesis, sobre el carácter. Vendió de esa obra más de 20 millones de ejemplares y le convirtió en uno de los pensadores más influyentes del planeta. En 1997 su compañía, Covey Leadership Center, fue adquirida por FranklinQuest y como resultado de la fusión surgió FranklinCovey, con sede en Salt Lake City, Utah. Gracias al Dr. Carlos Ongallo y su equipazo de EBS (incluyendo, por supuesto, al gran Baldomero Lago) tuvimos oportunidad, durante el Challenge en EE UU, de vivir la experiencia de FranklinCovey en su sede central, y un servidor de participar activamente en ello. Aunque fuera brevemente, formamos parte de la “familia” de Stephen (el Dr. Covey falleció el pasado 16 de julio y deja 9 hijos y 52 nietos).
Pues bien, ayer en el viaje de la Ciudad de México a Cancún estuve leyendo (publicado originalmente en 2009, y en México, en español, en junio de 2012) Cómo construir la carrera de su vida (“Great Work, Great Carreer”), escrito por Stephen R. Covey y Jennifer Colosimo.
La obra consta de introducción y dos partes:
- Intro: Cualquiera puede tener una gran carrera. “Una persona que tiene una gran carrera contribuye de manera particular y despierta una fuerte sensación de lealtad y confianza en otros. Cualquiera, sin importar el título, posición o profesión que desempeñe, puede lograr eso”. “Una gran carrera consiste en resolver grandes problemas, afrontar grandes retos y hacer aportaciones trascendentes”. Los autores recuerdan que los franceses utilizan la palabra métier (atención, servicio) para hablar del trabajo que realizan a lo largo de su vida. Una “gran carrera” cuenta con dos dimensiones: deseo y capacidad de aportar algo, y el carácter digno de confianza y lealtad de otros.
También en la Introducción, Covey y Colosimo consideran que “el paisaje económico está sufriendo cambios sísmicos que generan un panorama de oportunidades”. Y lo llaman “la era del trabajo por conocimiento” (en realidad, ese concepto es de Peter Drucker, La era de la discontinuidad, 1969, y sería más propio, para un servidor, hablar de Talento). “El trabajador del conocimiento es lo opuesto a una máquina. Escoge el problema con el que trabajará, crea las nuevas soluciones y no reconoce límites con respecto a qué tanto puede contribuir”. La palabra carrera viene del francés carrière, “dar vueltas en círculo”, como un coche en una pista. Y también significa “cantera”, partir piedras todo el tiempo. “Su carrera demandará mucho de su vida y energía y, por ello, ¿no tendría más sentido vislumbrar y diseñar una gran carrera para sí mismo en lugar de aceptar lo que venga de antemano?”.
Los autores incluyen el poema de Taylor Mali (What teachers make), un maestro al que le preguntaron “cuánto ganaba” como tal:
“¿Quieres saber qué gano?
Gano cuando los alumnos logran más de lo que creían posible…
Gano al hacer que los padres vean a sus hijos por lo que son y lo que pueden ser…
Hago que los niños se pregunten…
Les hago cuestionar las cosas…
Les hago escribir, escribir, escribir…
Y luego hago que lean…
Déjame explicarte, para que sepas que lo que digo es cierto:
Hago una diferencia. ¿Qué haces tú?”

I. ¿Cuál será tu contribución? Covey y Colosimo citan a mi admirado Richard Florida, el padre de la Clase Creativa: “nuestra economía está en medio de una transformación a largo plazo, similar a la que sucedió al final del siglo XIX, cuando se dio el flujo de personas desde las granjas a las ciudades industriales. En la actualidad, el flujo se aleja de una economía basada en la manufactura y se dirige hacia las industrias creativas impulsadas por ideas”. Hay que cambiar de paradigma: del propio de la era industrial (“Soy para lo que sirvo”, “Tengo que encontrar un trabajo”, “Soy un engranaje de la máquina empresarial”) al de la era del conocimiento (“Puedo contribuir de manera significativa”, “Tengo que resolver problemas”, “Soy un ser humano con una cartera de virtudes única: talentos, pasiones y consciencia”). Del Capitalismo al Talentismo, diríamos algunos.
Los autores definen “cartera de virtudes” como la combinación de talento (“las herramientas que lleva consigo”), pasiones (“disfrutar de su carrera”) y conciencia (sentido de responsabilidad). “Los medios de producción… están en nuestras cabezas y en la punta de nuestros dedos… La inteligencia se ha vuelto la nueva forma de propiedad. La inteligencia especializada, la habilidad de adquirir y aplicar conocimientos y experiencias, es la nueva fuente de riqueza” (Peter Drucker). “Todos tenemos un don único, y con frecuencia más de uno. Es un principio de la naturaleza. Así que pregúntate: ¿qué se te da con facilidad?”. “Persigue aquellas cosas en las que sobresales, así como las que más disfrutas” (Richard Koch, 80/20). “Nunca menosprecies tu pasión, pues es lo que te puede satisfacer. Es una llama que llevas dentro”. “Tus pasiones naturales hervirán hasta salir a la superficie, de un modo u otro”. “Tu conciencia te dirá cuál es tu responsabilidad”.
Tras las virtudes, “Descubre tu Causa”. Es el paradigma de la abundancia, frente al pasado de la escasez. En el paradigma de la escasez: “Ninguna empresa está contratando, todos despiden empleados, nadie los recluta”, “Miles de personas compiten por los pocos trabajos disponibles. Como no tengo recursos ni conexiones, no tengo posibilidades”, “Los únicos empleos disponibles son callejones sin salida que carecen de significado. Tendré que conformarme con eso”. En el paradigma de la abundancia: “Hoy más que nunca las empresas afrontan retos y tienen problemas que resolver. Las oportunidades son ilimitadas”, “Gracias a mis virtudes únicas y talentos ocultos, puedo construir una carrera satisfactoria y rica en oportunidades. Nadie más puede hacer lo que yo hago”, “Si no puedo encontrar un trabajo en el que pueda explotar mis talentos y encender mi pasión, ¡puedo generarlo yo mismo”.
Para cambiar de mentalidad, dos claves: “Deja de ser un empleado y conviértete en voluntario” (Vocación) y por tanto, trabaja por una causa; “Sé parte de la solución, no del problema” (no vayas a pedir trabajo, sino a ofrecer una solución). “La herramientas más importante que puedes poseer hoy en día es una curiosidad insaciable. En el instante en que la pierdas, estarás acabado” (Steve Rubel, consultor en relaciones públicas y bloguero). “No sigas el protocolo de una simple entrevista de trabajo: aprovecha para presentar una necesidad/oportunidad”. Mantén una conversación interesante con el principio: “¿de qué manera será diferente este trabajo al ser yo quien lo haga?”.
En la mentalidad del buscador de trabajo: “Soy un producto”, “Necesito trabajo, ¿puede hacerme el favor de contratarme?”, “Aquí está mi currículum”. En la mentalidad de contribución: “Soy una solución”, “Veo que tiene una necesidad imperante, y yo tengo virtudes que pueden satisfacerla”, “Aquí está mi propuesta para ayudarlo”. Es convertirse en una aleta de compensación, esa maravilla de la ingeniería que determina el curso de los barcos. Covey y Colosimo nos proponen redactar un  Manifiesto de contribuciones, con un homenaje para una persona influyente a la que hayas conocido, el homenaje que te gustaría recibir, un repaso de tus virtudes, una revisión de tu causa y un esbozo de manifiesto de contribuciones, en términos de “Como (hay un problema en esta empresa o en este sector), utilizaré mis virtudes consistentes en… para (proponer una solución)” y compartir ese manifiesto de contribuciones.
II. ¿Cómo hacer tu contribución? Los autores citan a Hafiz, poeta iraní, y su obra El triste juego: “La culpa/ mantiene el curso del juego./ Se roba toda la riqueza,/ y la regala a un imbécil que/ carece de habilidades financieras. Estimado,/ despierte.” Ninguna empresa quiere contratar por contratar, sino para aprovechar sus oportunidades (resolver sus problemas, dicen Covey y Colosimo). En el paradigma de la dependencia, “Soy el producto de mis circunstancias”, “Nadie me quiere” y “No puedo cambiar la forma en la que me veo a mí mismo”. En el paradigma de interdependencia: “Soy el producto de mis decisiones”, “Puedo crear mi propio trabajo”, “Puedo elegir la forma en que me veo a mí mismo”. Nos proponen utilizar el círculo de influencia en lugar del círculo de preocupaciones. Y ponen como ejemplos admirables a Steven Spielberg y Elizabeth Kübler-Ross. “Confía en nosotros: si puedes hacer que tu empresa crezca, las posibilidades que tienes de hacerlo tú también aumentarán de manera exponencial”.
Construye tu propia comunidad. En el paradigma de la era industrial: “Quienes me rodean son medios para un fin”, “Los busco cuando necesito algo de ellos”, “Tengo una larga lista de contactos”. En el paradigma de la era del conocimiento: “Quienes me rodean tienen valor en sí mismos”; “Los busco para fortalecer mi relación con ellos”, “Pertenezco a una comunidad cuyos lazos son fuertes y auténticos. Entre todos podemos ayudarnos”. Es la atmósfera íntima de un pueblo antiguo, en el que todos se conocen bien, hablan con frecuencia, ríen, celebran y colaboran. “Todos aquellos que alcanzan la carrera de su vida cuentan con una mentalidad de servicio”. “¿acaso queremos ser otro eslabón en una cadena de contactos superficiales? ¿No preferirías ser recordado como alguien que prestó un servicio y contribuyó a mejorar una “comunidad”? Para construir esta comunidad, cuatro pasos: identificar a sus miembros, asignar una cuenta corriente emocional (generación de confianza) a cada uno, crear un espacio de contacto en internet y poner en práctica la sinergia. “Internet es como una ciudad inmensa, pero debes concentrarte en fundar una aldea dentro de ella”.
Covey y Colosimo proponen transformar el CV genérico en algo dirigido a las contribuciones personales y a resolver problemas de la organización. “Las personas que toman decisiones hoy en día no tienen tiempo para leer la historia de tu vida y hacer tus sueños realidad. Lo que sí tienen son problemas y oportunidades reales a los que enfrentarse, y necesitan ayuda para solucionarlos”. En lugar de un currículum, una carta de presentación. “No te consideres un producto que necesita publicidad para venderse, sino un ser humano que vive, respira, piensa y es capaz de resolver problemas”. ¿Habilidades, competencias? “Los de RR HH ya no quieren saber si posees las habilidades que la empresa requiere; hoy en día, esperan que proporciones ejemplos específicos en los que demuestres la puesta en práctica de las mismas”. El Centro del Desarrollo de Carreras del MIT lo llama “Método STAR”: Situación, Tarea, Acciones y Resultados. Se trata de que inventes tu propio trabajo, que pases de la mentalidad industrial (“soy una máquina con una función específica”) a la era del conocimiento (“soy un ser humano creativo; nadie puede hacer lo que yo hago”).
Conclusiones: “Hoy en día el panorama no puede ser mejor para la persona que ha adoptado el paradigma correcto”. Y acaban citando al gran Jim Collins: “Es imposible tener una gran vida a menos que sea significativa. Es muy difícil lograrlo si no haces un trabajo que también lo sea”.
Gran libro. 20 años después, ha vuelto el Stephen Covey del cambio de paradigma, del carácter/virtudes, del círculo de influencia, del beneficio mutuo (ganar-ganar), de la confianza como cuenta corriente emocional. Nos deja físicamente (nunca intelectualmente) con una gran obra.
Mi agradecimiento a Covey, a Jennifer Colosimo (coach ejecutiva, compañera en CMS –Servicios para la Gestión del Cambio- de Andersen Consulting antes de incorporarse a FranklinCovey), a quienes ayudáis de forma destacada a la empleabilidad de las personas y a mi buen amigo Alejandro, con el que anoche estuve “platicando” durante unas cuatro horas aquí en la Riviera Maya. Un gran profesional y una excelente persona.