Este verano también ha fallecido Lauren
Bacall, a los 90 años. Nacida Betty Joan Perske en El Bronx, de padres judíos
(polaco y rumana), fue portada de Harper’s Bazaar y Vogue. A los 17 años tomó
clases en la American Academy (fue compañera de clase de Kirk Douglas) y,
gracias al consejo de la esposa de Howard Hawks, Nancy, le propusieron el papel
protagonista de ‘Tener o Tener’ (1944) con Humphrey Bogart. “La mirada” fue la
Marca de LB. Se casó con Bogey y con él hizo otras grandes películas: ‘El sueño
eterno’ (1946), ‘La senda tenebrosa’ (1947) y ‘Cayo Largo’ (1948). En total, participó en 72 cintas. La última
que recuerdo (aunque estuvo rodando hasta el final), ‘El amor tiene dos caras’,
en la que hacía de madre de Barbra Streisand. Rose (Barbra Streisand) le
pregunta: “¿Vas a hacer café?”. La Bacall contesta: “He enterrado a un marido.
He hecho crecer a dos hijas. Ya he hecho bastante café”. DEP.
He estado leyendo ‘El mito del carisma. Cómo
cualquier persona puede perfeccionar el arte del magnetismo personal’, de Olivia
Fox Cabane. La profesora Fox, estadounidense y francesa, ha dado conferencias
en Stanford, Harvard, el MIT y Yale.
Columnista de Forbes, ha escrito en The New York Times, Wall Street
Journal y Business Week.
En ciertas ocasiones, cuando hablo de
Liderazgo, me gusta poner un fragmento de ‘Invictus’ en el que Nelson Mandela
se dirige a la Federación Sudafricana de Rugby, que acaba de eliminar al equipo
nacional (los Springboks) por unanimidad, les invita a que vuelvan a votar y
gana la votación por 12 votos de diferencia. Y entonces pregunto a los
participantes: ¿Creéis que Mandela tenía Carisma? Todos asienten, absolutamente
convencidos. “No, el Carisma no existe. El Carisma es un don, un magnetismo
inexplicable. Lo que Mandela tenía, y todos los grandes líderes tienen, era
Presencia”.
Olivia Fox va en la misma línea. Tenemos que
desmitificar el Carisma. Es fundamental en los negocios y en la vida, pero “no
es magia; son conductas aprendidas”. No es una cualidad intrínseca sino
Presencia + Poder + Cordialidad. Carisma = PPC.
La autora cita las elecciones británicas de
1886, entre Gladstone y Disraeli. Una joven cenó con cada uno de ellos la
semana previa, y los comparó: “Gladstone es el hombre más inteligente de
Inglaterra. Disraeli te hace sentir la persona más inteligente de Inglaterra”.
Todos sabemos quién ganó. Como “tips”, Olivia nos ofrece bajar el tono de la
voz al final de la frase, reducir la rapidez y frecuencia con la que asentimos,
y tomar 2’’ antes de empezar a hablar.
Conductas carismáticas: Presencia (atender a
lo que está pasando) significa que los que están a nuestro alrededor sienten
que los escuchamos, respetamos y valoramos. Debemos generar una “mentalidad
ganadora” para que nuestra comunicación no verbal transmita presencia, poder y
cordialidad.
Obstáculos al PPC. El malestar físico y el
malestar mental: la ansiedad causada por la incertidumbre, la insatisfacción
por comparaciones, la autocrítica excesiva y la duda de uno mismo (síndrome del
impostor). Para superar los obstáculos: 1. Eliminar el estigma del malestar (la
vergüenza es funesta), 2. Neutralizar la negatividad, 3. Reescribir la
realidad. Estar cómod@ en la incomodidad.
Para crear estados mentales “carismáticos”:
Visualización, Gratitud, Benevolencia, Compasión, Autocompasión (no sé si la
palabra más apropiada en castellano es precisamente eso; en realidad, es la
cordialidad ante nosotros mismos tras un momentos difícil). Como hacen los deportistas
y los artistas, hace falta un precalentamiento. El cuerpo influye en la mente.
Estilos de carisma: De focalización
(presencia y confianza), como el de los introvertidos que comunican respeto; De
visión (convicción y confianza), como Steve Jobs; De bondad (cordialidad y
confianza), como el Dalai Lama; De autoridad (estatus y confianza), como
Mandela. El carisma acertado depende de la personalidad, las metas y la
situación.
Primeras impresiones. Se producen en el
cerebro reptiliano. La regla de oro es ser similar para gustar. Depende del
atuendo, de un buen apretón de manos, de una agradable conversación (haciendo
sentir bien a otra persona) y sabiendo abandonar la conversación con elegancia.
La escucha “carismática” es la escucha atenta
(no interrumpir, tomarse 2’’ para responder). El habla “carismática” consiste
en evitar asociaciones negativas, ser gráfico, optimizar las palabras, hacer
sentir bien, potencia vocal, ritmo pausado, dejar caer la entonación al final,
sonreir (o imaginar que sonríes).
Lenguaje corporal. Contagio emocional,
mimetismo consciente, espacio personal y nada de “ojos vagabundos”. Para
proyectar poder, “ser el Gran Gorila” (ocupar espacio) y quedarnos quietos
(postura regia).
Situaciones difíciles: abordar a las personas
individualmente, expresar agradecimiento para racionalizar, en las malas
noticias emanar compasión y cordialidad, en la crítica mostrar benevolencia, en
las disculpas escuchar hasta el final.
Presentaciones. Mensaje sencillo, limpio y
claro como el agua. Respaldar cada punto con una anécdota entretenida. Postura
aplomada y equilibrada, sin gestos distractores. Hablar como si compartiéramos
un secreto. Contacto visual de 1-2’’ y pausas frecuentes y deliberadas.
Carisma en una crisis. Estado interno
tranquilo y confiado, altas expectativas y visión audaz (confianza y decisión).
Desventajas: la envidia y el resentimiento,
que nos cuenten demasiadas cosas, la soledad del poder. Debemos transferir los
elogios y la gloria, decir “yo también” y mostrar vulnerabilidad.
Como el Carisma (en realidad, Presencia) es
una herramienta poderosa, Olivia Fox nos aconseja utilizarla con
responsabilidad.
Buen libro, muy práctico (con 23 ejercicios)
y fuentes relevantes: Bob Cialdini, Viktor Frankl, Jonathan Haidt, Fisher &
Patton (Conversaciones difíciles), Steven Hayes (Manejar tu propia mente),
Christopher Germer (Mindfulness), Jon Kabat-Zin (Depresión).
Mi gratitud hacia Olivia Fox, a la que espero
conocer en algún momento (su web www.charismamyth.com
está repleta de recursos), hacia sus principales fuentes, y hacia Lauren
Bacall, una gran dama.