¡Bravo por la prensa de este domingo! Es la
paradoja del ser humano. Tras una masacre espantosa como la de Charlie Hebdo
esta semana en París, reflexión y solidaridad.
El maestro José Antonio Marina, en su columna
de Ideas, se “atreve” a tratar el tema del Islam. “Los representantes más
“espirituales” insisten en que es una religión pacifica y caritativa, y por
tanto rechazan la violencia terrorista”. Cita a Gilles Kepel, autor de ‘Fitna.
Guerrea u coeur de l’Islam’, quien denuncia una guerra interna (fitna) entre
yihadistas y los que no mantienen una postura muy energica para defender su
espiritualidad. JAM nos recuerda que la mansedumbre cristiana convivió con las
cruzadas. “El derecho debe separarse de la religión”. Lorenzo Silva, también en
El Mundo, nos habla del wahabismo como la munición que nutre a Al Qaeda y al
Estado Islámico (el primero pretende acabar con Occidente para que deje de
apoyar a las monarquías árabes; el segundo lucha en Iraq, Siria, etc).
John Carlin, en El Córner Inglés, ha escrito un artículo magnífico: ‘Aplastar la
infamia’. Tan bueno que, si no lo has leído, te lo recomiendo.
“Espantoso imaginar el dolor de
los parientes de las víctimas de las matanzas esta semana en París pero quizá,
cuando pase el tiempo, se consuelen con la reflexión de que vivieron y murieron
por una causa mucho más sagrada que el fanatismo religioso de sus asesinos. La
historia los recordará como mártires seculares caídos en defensa de la libertad
de pensamiento y de expresión, los derechos democráticos elementales por los
que tantos han luchado y entregado sus vidas a lo largo de la historia de
occidente.
La frase más famosa de
Voltaire, el padre francés de la irreverencia satírica, es "Écrasez l'infâme!"
—aplastad al infame— refiriéndose a las suspersticiones y los dogmas religiosos
que ahogan las mentes de los ciudadanos. El mismo sentimiento y la misma rabia
se palpan hoy en un creciente número de europeos, hartos de la penetración en
sus tierras del islamismo medieval. La reacción es comprensible pero de poca
utilidad. ¿Qué soluciones hay? ¿Qué hacer para contener a los bárbaros?
Expulsar a todos los musulmanes
del continente sería injusto, y tampoco sería una opción práctica. Recurrir a
la persecución religiosa significaría, además, reducirse al nivel de los que
nos odian. La única posibilidad que hay en el mundo real es hacer un intento de
evangelizar a los fieles más retrógradas de la religión más reaccionaria del
planeta: no convenciéndolos de que abandonen las creencias religiosas que
tuvieron la mala suerte de heredar —y peor suerte aún si nacieron mujeres—,
sino educándolos para convivir en paz, como lo han hecho los cristianos y los
judíos y otros creyentes, con la diversidad y amplitud mental de las sociedades
democráticas.
El fútbol aquí puede jugar un
papel.
El fútbol es la única otra
religión que un musulmán es libre de elegir sin temor a la muerte en vida de la
exclusión social o, si reside en algunas de las tierras de Oriente Próximo, a la
muerte real por apedreo o crucifixión. Los procesos cerebrales de los
aficionados del Real Madrid, del Manchester United, del Besiktas o (en Egipto)
del Zamalek son iguales independientemente de que sean musulmanes, cristianos,
ateos, budistas o zoroastras. Durante los partidos se convierten en
fundamentalistas. Cuando el fútbol entra en juego regresan a un estado
primario, aumenta su susceptibilidad y se abre una brecha por la que se puede
llegar a colar un lavado de cerebro más luminoso que el que le proporcionan sus
califas.
Entonces, una propuesta
concreta. Además de colgar carteles en los estadios que ponen "No al
racismo", ¿por qué no agregar otros que pongan "No al
yihadismo", primo hermano del racismo, pero incluso más violento y cruel?
Otra idea. Los jugadores
musulmanes que juegan en las grandes ligas europeas son héroes para muchos de
sus correligionarios, igual de admirados, o más, que los predicadores de las
mezquitas. ¿Por qué no proponer a los Yaya Touré, Mesut Özil y compañía que
luzcan una insignia en sus camisetas —por ejemplo "Je suis Charlie",
aunque tal vez sea demasiado pedir—, que se entienda como señal inequívoca de
que rechazan la yihad y que se amoldan sin reservas a los principios de
tolerancia y libre expresión que definen los países en los que se han hecho
ricos y famosos? Tendría su impacto entre algunos de aquellos jóvenes a los que
les tienta la noción de matar y morir por el Profeta.
Y quizá estaría bien que no lo
hiciesen solo los jugadores musulmanes sino los Leo Messi y Cristiano Ronaldo,
dioses tanto en Escandinavia como en Arabia Saudí.
Hablando de Arabia Saudí,
fuente espiritual y núcleo proselitista del sunismo radical —de donde surge el
veneno de Al Qaeda, el Estado Islámico, Boko Haram— se podría contemplar un
boycott deportivo, o prohibir la transmisión de partidos de la liga inglesa,
francesa, alemana, italiana y española en las televisiones de aquel país hasta
que llegue el día en el que sus jeques e imanes demuestren con palabras y con
hechos que tienen alguna intención de aceptar como seres dignos de respeto e
igualdad moral a los que hemos dado el paso adelante del siglo XI al XXI. Sí,
sí. Es verdad. El dinero es la religión que domina el mundo y contra la que
poco se puede hacer. Pero corren tiempos peligrosos y hay que ser audaces.
Debemos jugárnosla por un mundo menos bestial.”
La gran economista Loretta Napoleoni
reflexiona sobre ‘Un nuevo sistema de terror’. Ha cambiado el modelo de
financiación del terrorismo islámico (“el Estado Islámico es la primera organización
armada transmutada en Estado”) y con los “mini-ataques”, cargados de gran
simbolismo, el sistema terrorista. El asalto de Ottawa, los atentados de
Australia, de París… “El moderno terrorismo islámico ha transformado los medios
de masas en una poderosa arma que le permite ampliar el impacto mediático de
sus acciones armadas”. El 11 S fue el primer ataque filmado y distribuido en
tiempo real. “Los futuros terroristas europeos están ya entre nosotros”.
Loretta comenta que en Europa es difícil hacerse y explosivos sin alertar a los
servicios secretos y a la lucha antiterrorista, a menos que tengan contacto con
el crimen organizado. La distancia entre éste y las organizaciones armadas se
ha reducido.
Para “aplastar la infamia”, el fútbol, como
nos sugiere Carlin. Y también el turismo (te recomiendo el TED: For more
tolerance, we need more… tourism?, de Aziz Abu Sarah). Y la música: el gran
tenor peruano Juan Diego Flórez, entrevistado por Susana Gaviña en ABC,
declara: “La música es un lenguaje universal, que no tiene barreras y que
justamente hermana y puede romper esta cadena de violencia”.
Por otro lado, un estupendo artículo de
Emilio Ontiveros, ‘La Competitividad bien entendida’ (www.caffereggio.net/2015/01/11/la-competitividad-bien-entendida-de-emilio-ontiveros-en-el-pais/).
En más de cinco años, destrucción de todas las formas de capital (físico,
tecnológico, humano, social). “No serán suficiente salarios y tipos de interés
bajos. Será necesario aumentar la base de capital destruida y, en todo caso,
conseguir crecimientos en la Productividad Total de los Factores (PTF),
ausentes del patrón de crecimiento español en las dos últimas décadas”.
Obsolescencia del capital humano. El 94% del censo empresarial español lo
constituyen empresas de 9 trabajadores. “Junto a Italia, es en nuestro país
donde la gran empresa tiene una menor importancia tanto en su contribución al
valor añadido como al empleo”.
‘España se recupera a tiempo parcial’,
sintetiza Alejandro Bolaños también en El País. Tardaremos otros cinco años en
superar los 20 M de ocupados, como antes de la crisis. EE UU, Alemania o Reino
Unido ya lo han conseguido.
Dos empresas a las que admiro especialmente y
que hoy estaban en los medios: Desigual, fundada por Thomas Meyer (en 2003
ingresaba 8 M €; hoy roza los 1.000 M €) y Polar, el gigante venezolano (1’6 Tm
de alimentos anuales) que ha sido inspeccionado 1.835 veces por el gobierno chavista.
El papel de la mujer. ‘Por qué caen las
aspiraciones profesionales de las mujeres un 60% en solo dos años’, por Lucía
Dorronsoro (ABC), con la opinión de Silvia Leal, mentora de e-Leadership del
Human Age Institute: “A veces somos nuestro mayor enemigo”. Y ‘Las mujeres que
importan en la televisión de hoy’, por Rosa Belmonte, en el mismo diario. Hace
40 años eran una excepción. Hoy destacan Shonda Rhimes (‘Anatomía de Grey’,
‘Scandal’, ‘Cómo defender a un asesino’), Michelle Ashford (‘Masters of sex’),
Jenji Kohan (‘Weeds’, ‘Orange is the new black’) y en España Teresa
Fernández-Valdés (‘Isabel’, ‘Gran Hotel’, ‘Velvet’, ‘Hispania’). Entre los
“científicos favoritos” de Eduardo Punset, Tali Sharot, neurocientífica
cognitiva en el University College de Londres, donde dirige el Laboratorio del
Cerebro Afectivo. Su libro es ‘Optimism bias’ (2012). “Los seres humanos somos
optimistas por naturaleza”.
Naturaleza y sociedad. Alfonso Guerra (74
años), entrevistado por Juan Cruz, reconoce que en nuestra cultura “a la gente
le cuesta reconocer su propio valor; considera que somos seres insignificantes”.
Y reconoce que en su tiempo político quedó por hacer “alentar una cultura del
esfuerzo y no una cultura del dinero. Una cultura del ser más que del tener. Echo
de menos haber logrado que la gente, al compás de lo que hacía con su libertad,
tuviera más deseos de una vida austera”.
Y el sevillano Luis Rojas Marcos (que cumple
este 2015 setenta y dos años y del que tengo pendiente su nuevo libro, ‘Todo lo
que ha aprendido’) reconoce que “la queja es aquí el principal instrumento de conversación.
Siempre hamos hablado de “lo mal que está todo”, incluso cuando iba muy bien. El
fatalismo es parte de nuestra cultura, como si nos diera vergüenza ser
optimista”. En Estados Unidos “ocurre lo opuesto, es de mala educación
quejarse. Se cree que la gente feliz tiene más posibilidades de ir al cielo. Aquí,
de niño aprendí que para lograrlo debía sufrir”.
Finalmente, Xavier Guix nos recomienda “Menos
calcular y más pensar”, nos propone dos citas importantes: “Aprender sin
reflexionar es malgastar la energía” (Confucio); “Pensar es como vivir dos
veces” (Cicerón); y dos películas: ‘El lobo de Wall Street’ de Martin Scorsese
y ‘Descubriendo a Forrester’ de Gus Van Sant.
Mi gratitud a todos los que en este día nos
han invitado a reflexionar.