Vuelo a
las 7 de la mañana a A Coruña, para realizar un par de procesos de Coaching
Estratégico a Directores Generales. Antes, en casa, la banda sonora de la
mañana: de Nena Daconte, ‘Tenía tanto que darte’ www.youtube.com/watch?v=rd8ZFtD5rM8 “Tenía tanto que darte,/ tantas cosas que
contarte./ Tenía tanto Amor/ guardado para ti”.
Si ayer
pudimos degustar una fabulosa tortilla de patata “à la Penela” en el O Cafú de
la calle Velázquez, hoy en Galicia he hecho lo propio con la deliciosa tortilla
de patata de Marisol. Gracias a María José por la invitación de ayer y a Mar
por la de hoy, dos Directoras Generales de lo mejor.
Por la
tarde he tenido el honor de participar en la presentación del libro ‘Objetivo:
generar talento’ con su autor, el maestro José Antonio Marina (empeñado como
pocos en que mejore radicalmente la educación de nuestro país) y con el
presidente de Abante (y anfitrión del acto, dado que se ha celebrado en la sede
de esta consultora financiera), Santiago Satrústegui. Marina nos ha dedicado el
libro a María Teresa Rodríguez de
Castro, Mariola Lorente Arroyo y al equipo del Human Age Institute “por su
firme decisión de impulsar el talento”. No podemos sentirnos más orgullosos.
Imagino
este tipo de generar talento como una aventura de Indiana Jones en el que el
famoso arqueólogo tuviera que pisar nueve peldaños de un puente imaginario que
le llevara a la sociedad del aprendiaje. La tensión es máxima, porque el riesgo
de que el héroe (y aquí el héroe somos tod@s nosotr@s) caiga hacia el abismo es
muy elevado.
- José
Antonio Marina parte de la idea de que el talento está de moda, de que está
ligado a la inteligencia y que la inteligencia se ha quedado como una palabra
corta. El primer peldaño es definir firmemente el talento, porque cada uno ha
hecho aquí de su capa un sayo. Nuestro mentor de educación y generación del
talento define el mismo como “la inteligencia actuando de manera adecuada,
brillante, eficiente”. Hay una inteligencia triunfante (conocimientos
convertidos en comportamientos) y una fracasada, la de los eruditos a la
violeta. El talento, nos explica Marina, es “la nueva riqueza de las naciones”,
la riqueza en el talentismo, y como tal
escasa y valiosa.
-
Salvado el primer obstáculo, hay un segundo: la inteligencia se aloja en dos
pisos: el que Marina llama “inteligencia generadora o computacional” y, más
arriba, el de la “inteligencia ejecutiva”. No basta con la primera parte; hemos
de ir a la segunda. Entre ambos niveles de inteligencia, el umbral de la
consciencia. No basta con el análisis para el talento. “El talento es un modo
de tomar decisiones y realizarlas”.
- Vamos
con el tercer peldaño de este peligroso puente. José Antonio Marina nos enseña
que el inconsciente no viene de serie; puede –y debe- adiestrarse. El cerebro
es plástico, y va modificándose en función de la experiencia. “La plasticidad
es lo que permite que la inteligencia se convierta en talento”, explica Marina.
Sin plasticidad no habría talento, porque está detrás y no antes de la
biología. Sin embargo, muchas personas piensan y se comportan en términos de
“el talento se tiene o no se tiene”.
- Cuarto
peldaño: la diferencia entre las personas normales, las de la media y
las “fuera de serie” (l@s outliers) no está en la genética sino en el
entrenamiento. “Entrenarse es una exclusiva humana”, explica Marina. Es una
lección del padre de la psicología William James: “Toda
nuestra vida en cuanto a su forma definida no es más que un conjunto de
hábitos”. Lo que mi coach favorito, Aristóteles de Estagira, que tanto hizo por
Alejandro el Magno y por la civilización en su conjunto, llamaba “segunda
naturaleza”.
- De los dos niveles de la inteligencia, el de
la inteligencia generadora se educa precisamente por hábitos, que son las pautas
automáticas adquiridas por el aprendizaje). “El talento depende de la cantidad
y calidad de los esquemas AG, de la amplitud de sus redes, de la capacidad de
activar grandes zonas de la memoria, y del paso a la acción”. Si no educamos la
inteligencia ejecutiva a través de nuevos y mejores hábitos, queda muy
limitada.
- Si la inteligencia ejecutiva se educa, la
memoria (que José Antonio Marina reivindica con tanto acierto, en una sociedad
que tan poco la valora) también se construye. Las personas con poderosa
inteligencia generadora son capaces de percibir más cosas (de observar más y
mejor), de aprender, de comprender, de anticiparse con más acierto, de tomar
mejores decisiones y de distinguir más eficazmente lo relevante de lo
irrelevante. La memoria se amplía o se va reduciendo, en función de cómo se
estimule o no.
- El séptimo peldaño de este imaginario puente
colgante es que la inteligencia ejecutiva
también se educa. En palabras de José Antonio Marina, “la educación del talento
ha de ser un aprendizaje dirigido”. Citando a Roy Baumeister: “lo que define a
la especie humana es su capacidad de control”. Inhibir el impulso es el primer
acto ejecutivo; el último, el éxito del sistema, depende del criterio de
evaluación. ¿Y los valores, de los que tanto se habla? La educación de la Inteligencia
Emocional incluye evidentemente las “virtudes de la acción”, que son universales.
- En el penúltimo peldaño, ya próximos a salir
del puente, pasamos del talento individual al colectivo, porque el talento de
las organizaciones es algo más (o, desgraciadamente, algo menos) que la suma de
sus componentes. “El talento de un grupo, una sociedad o una organización es su
capacidad de elegir bien las metas y de movilizar todas las inteligencias
individuales que lo componen para conseguir alcanzarlas, aumentando al mismo
tiempo sus posibilidades personales”. Es lo que ha venido en llamar Capital
intelectual. “El capital no sirve para nada si no se invierte, y a la buena
inversión de la inteligencia la llamamos talento”. Creo que es la clave de
bóveda del nuevo libro de José Antonio:
el talento como buena inversión de la inteligencia. Marina nos advierte de la
necesidad, a nivel organizativo, de la figura del entrenador del talento, el “Chief
Learning Officer”, como ya están implantando las empresas punteras.
- El último peldaño hasta el final del puente,
es el del Talento social. Marina nos recuerda el concepto de “GroupThink”
(Pensamiento de grupo), cuando un grupo (que no un equipo) de personas realmente
inteligentes toman y asumen decisiones asnales. Así ocurre en muchas ocasiones,
cuando la fidelidad sustituye a la lealtad. José Antonio Marina apela a la felicidad
social, que no es otra cosa que la justicia, y concluye: “El talento de las
sociedades es inevitablemente un talento ético”.
Si confundimos el talento con la inteligencia (no necesariamente llevada
a la acción), si nos quedamos en la inteligencia generadora y no pasamos a la
inteligencia ejecutiva, si no apostamos (de verdad) por el entrenamiento, si no
logramos nuevos hábitos, si no construimos la memoria ni educamos la
inteligencia ejecutiva, si caemos en el “pensamiento de grupo”, si descuidamos
la ética (citando a Marina, “la forma más inteligente de vivir”), nos caemos de
este puente colgante y no generamos talento.
Gracias, José Antonio, Santiago y a tod@s l@s participantes por una
presentación tan especial.
A las 22 horas, vuelo a Bilbao. Coche y a dormir en San Sebastián. La
banda sonora de esta noche, del maravilloso documental ‘Searching for Sugar
Man’: I think of you www.youtube.com/watch?v=WGESrgMDm5k&list=PLSYmDDF5FPpORilemZ29RRiQ0mNpDF8A1&index=6
Besos