Por
la mañana en Madrid, tarde en Barcelona (AVE de las 14 h) y a dormir en
Tarragona. Mañana tengo el honor de participar, representando al Human Age
Institute, en el Foro de Liderazgo Femenino que organiza MésDona en Reus, la
ciudad de Antoni Gaudí. Mi gratitud a Gemma Gasulla y a todo el equipo
organizador.
“Estamos
en elecciones. Quiero aprovechar la ocasión para lanzar un reto a los partidos políticos. Todos ellos están de
acuerdo en tres cosas: (1) se ha perdido mucho tiempo, (2) es necesario llegar
a pactos, (3) uno de los pactos imprescindibles es el de Educación. Les propongo un test
sobre la veracidad de estas afirmaciones. ¿Por qué no ganan tiempo firmando un
pacto educativo antes de las elecciones? Estoy seguro de que los partidos que
tienen ideas claras sobre Educación y voluntad negociadora estarán dispuestos.
Pero sin la presión ciudadana, otros encontrarán razones para demorarlo. Si
cree que hay que apresurar el pacto, mándeme un correo a pactoeducativo@joseantoniomarina.net.
¿Por
qué este reto? Porque no podemos esperar. Porque
nuestros niños y jóvenes no pueden esperar. Porque no hay razones legítimas
para esperar: todo está pensado, estudiado, encuestado, y solo hace falta tomar
decisiones.
No es necesario que sea un pacto muy prolijo. Se
trata solo de actualizar el pacto
educativo constitucional, aprovechando las experiencias de estos años.
El articulo 27 de la Constitución fue fruto de un consenso del que nadie quedó
satisfecho del todo. Con las siguientes leyes de Educación, cada partido
intentó aplicar algo de lo que tuvo que ceder en ese pacto constitucional. Los
debates se centraron en las tensiones entre el derecho a la educación y la
libertad de educación (en donde se incluyen la financiación, la enseñanza
concertada y el problema religioso), y en las tensiones entre la búsqueda de
excelencia y la búsqueda de igualdad. Más tarde apareció el tema de la
descentralización autonómica. Al estudiar las razones por las que fracasaron
los anteriores intentos de pactos educativos, vemos que esas viejas disputas
continúan vivas.
Algunas de las diferencias derivan de posiciones
maniqueas que pueden ser superadas porque se basan en malentendidos. Otras se
refieren a problemas técnicos, que requieren soluciones técnicas basadas en
evidencias. Y otras, por último, son oposiciones ideológicas que posiblemente
tendrán que convivir, porque pertenecen a la dialéctica política, que se mueve
entre tensiones y puede progresar en ellas. La democracia consiste en saber
consensuar lo fundamental y saber gestionar el disenso en lo restante. Conviene
que la ciudadanía sepa discernir las distintas clases de diferencias y
evaluarlas a partir de un principio que me gustaría activar. De la misma manera
que la legislación sobre la infancia se ha reformulado a partir de un principio
nuevo (“el interés superior del menor”), la legislación educativa debería someterse al “superior interés del
alumno”, a su derecho a recibir una buena educación. Y este derecho
impone deberes educativos a la sociedad entera.
Los
profesionales que redactamos el 'Libro blanco de la profesión docente' estamos
trabajando para proporcionar a todos los partidos y a todos los ciudadanos la
mejor información de la que disponemos sobre un posible pacto. La Educación ha
sido siempre, pero lo es especialmente ahora, un tema de enorme complejidad.
Prueba de ello es que todos los países están en estado de alarma educativa.
Solo desde el año 2008 se han emprendido 450 reformas en el mundo, con desigual
éxito. No sirven por lo tanto soluciones simplistas. Puede consultar la marcha
de nuestros trabajos en www.pactoeducativo.joseantoniomarina.net.
Si
tuviera que diseñar una hoja de ruta
para nuestro futuro educativo inmediato, propondría a los partidos políticos la
siguiente:
1.-
Mantener la LOMCE,
dejando en suspenso aquellas medidas que provocan más enfrentamiento, pero sin
someter al sistema educativo a otro vaivén legislativo forzosamente
provisional. Esta medida no contentará a nadie, pero evaluados los pros y los
contras, me parece que es la que produciría menos perjuicios.
2.-
Comprometerse a elaborar una Ley de Educación consensuada
con la rapidez suficiente para que pueda entrar en vigor en el curso 2019-2020.
Una ley que, atendiendo a la velocidad con que están sucediendo los cambios
sociales, tenga mecanismos de actualización de acuerdo con los resultados. El
pacto podía acordar las características fundamentales.
3.-
Reconocer que pueden mejorarse muchos
aspectos de la Educación sin esperar a la aparición de esa nueva
ley. Y que, para bien de los alumnos, deberíamos comenzar ya.
Hay
dos medidas que el Gobierno que salga de las elecciones puede impulsar
inmediatamente. La primera, un plan
estatal para reducir el abandono escolar, en el que se comprometiera
toda la Administración (Educación, Trabajo, Sanidad, Asuntos Sociales, etc.),
comunidad educativa, familias, municipios, fundaciones, ONG, empresas, etc. Un
plan a tres años, que debería contar con financiación especial, que podría
solicitarse de la Unión Europea, y con un seguimiento riguroso para asegurar su
eficacia. La segunda medida sería abrir
una convocatoria para centros que quieran participar en un plan de
transformación y mejora de centros educativos. Recibirían asesoramiento
y ayudas para conseguirlo. Esto permitiría movilizar la escuela desde dentro,
favorecer a las zonas y a los colectivos en situación de riesgo educativo,
comprobar las posibilidades reales de mejoras aceleradas, y seleccionar y
entrenar equipos y procedimientos para extender el plan a muchos centros.
El
sistema educativo es un avión que hay que reparar en vuelo, y las mejoras tienen que hacerlas quienes ya
están dentro de él. Hay muchos docentes capacitados y dispuestos a
intentarlo. Para conseguir cualquier mejora, hay que contar con ellos,
identificarlos, protegerlos, estimularlos y darles protagonismo. Y eso
podemos empezar a hacerlo YA.”
Sí, necesitamos un Pacto por la Educación, en
paralelo al que ayer reclamaba Raúl Grijalba por la Empleabilidad (de hecho, no
puede ir una sin la otra). Ahora, estos partidos que nos han “condenado” a
repetir las elecciones (y con los mismos candidatos, aunque uno haya perdido
3’5 M de votos, otro esté en mínimos históricos y los emergentes no hayan
cubierto sus expectativas) no parecen muy decididos a consensuar nada. Con El
País, hoy entregaban un libro especial 40º aniversario. ¡Qué tiempos aquellos
los de 1976, en los que unos y otros (desde Adolfo Suárez a Santiago Carrillo,
de Felipe González a Manuel Fraga), tenían sentido de Estado. Cuatro décadas después,
el talento político parece haber bajado muchos enteros.
Esta mañana una Directora General me ha comentado
que había estado con la psicóloga de su hijo de 5 años. La directiva, que le
interesa mucho el tema de la educación y está sobradamente preparada,
preguntaba a la psicóloga por el desarrollo cognitivo, emocional, social de su
hijo; la supuesta experta que trabaja en el cole simplemente le respondía que “no
daba ningún problema” y que “todo bien”. Es la enorme, abismal, diferencia
entre tratar de detectar traumas, manías, problemas y ocuparse de aprovechar el
potencial. El Talento es, como nos enseña Marina, una buena inversión de la
inteligencia. En el Talentismo, hay personas (organizaciones, países) que
invierten rentable y sosteniblemente su inteligencia y otros, la mayoría, que
la echan a perder.
“Lo mejor está por llegar”, dice en el libro
aniversario de El País el chef afincado en Estados Unidos José Andrés. Ojalá
sea así.