A Estocolmo se la
conoce como “la Venecia del Norte”. Con sus dos millones de habitantes en el
área metropolitana, se la considera la mejor ciudad de Escandinavia, la octava
de Europa y la 24ª del mundo (índice GaWC). Su nombre proviene de la necesidad
de los nativos de defenderla (Stock: apilar, existencias; holm: troncos de
árboles). Ayer nos recibió con un tumultuoso encuentro de “coches de época”,
centenares de ellos, a lo largo de la arteria principal situada en Gamla Stan
(la ciudad vieja), entre el lago Malaren y el Báltico. De lo más divertido,
porque los holmienses lo son y mucho. Cenamos en el Hard Rock, que a Zoe le
encanta, entre música de los Beatles, Bruce Springsteen, los Rolling Stones y,
por supuesto, Earth, Wind & Fire (nada es casual).
Hablando de música,
el tema dominical es ‘Alma con alma’, el bolero en la versión de Natalia
Dicenta: www.youtube.com/watch?v=ctNF6kNYqWY
Su CD Colors lo estuve escuchando en el tren de Göteborg a la capital sueca.
Emociones. Un buen
amigo me ha mandado por wasap un interesante artículo titulado ‘La necesidad
repentina de besar a alguien y otras 18 emociones que no sabías que tenían
nombre’: http://verne.elpais.com/verne/2016/07/28/articulo/1469702292_234207.html
Jaime Rubio Hancock
se refiere a Tiffany Watt Smith, historiadora cultural que describe en su ‘Libro de
las emociones humanas’ (septiembre de 2015) hasta 156 diferentes, cada una de
ella descrita profusamente. Por ejemplo, los pintupi del oeste de Australia
Occidental utilizan quince palabras distintas para variantes del miedo. Leeré
el texto uno de estos días.
Jaime recoge 19
de los términos de los que trata la profesora Smith en su libro:
- Ambigufobia. Una palabra acuñada por
el escritor David Foster Wallace. Es la sensación de incomodidad al dejar cosas
abiertas a la interpretación. En este mundo VUCA (Ambiguo, además de Volátil,
Incierto y Complejo), con tanto texto breve y tan poco diálogo profundo, algo
bastante común que da lugar a frecuentes equívocos.
- L’appel du vide. Expresión
francesa traducible por “la llamada del vacío”, que supone las ganas de saltar
al ver un precipicio. “La ansiedad que provocan los precipicios a menudo tiene
menos que ver con caer que con la terrorífica pulsión de saltar”.
- Awumbuk. Término de los baining,
habitantes de Papúa Nueva Guineam que describe la sensación de vacío que dejan
las visitas al irse. “Las paredes hacen eco. El espacio que estaba tan lleno
ahora parece extrañamente amplio. Y aunque a menudo hay alivio, también nos quedamos
con una sensación apagada, como si la niebla hubiera descendido”.
- Basorexia. La necesidad repentina
de besar a alguien.
- Cibercondría. “Ansiedad sobre
‘síntomas’ de una ‘enfermedad’ alimentada tras ‘investigar’ en internet”. Como
la de l@s estudiantes de medicina, pero buscando en la red.
- Dépaysement. Palabra
francesa que significa la “desorientación que sentimos en sitios extranjeros”. Una
sensación en ocasiones frustrante, “que nos deja incómodos y fuera de lugar”. Y
que también provoca que “el mundo nos parezca nuevo una vez más”. Como estamos
viviendo en este viaje escandinavo, una apertura a la consciencia y a
centrarnos en el presente para aprender.
- Dolce far niente. El placer de no
hacer nada.
- Fago. La pena que sentimos
por alguien que necesita ayuda y por quien nos preocupamos, sin dejar de tener
presente la idea de que algún día le perderemos. Término de los ifaluk (islas
Carolinas del Pacífico), que “sobreviene en esos momentos en los que sentimos
de forma tan arrolladora nuestro amor por los demás, su necesidad de nosotros y
el hecho de que la vida es temporal y frágil, que se nos llenan los ojos de
lágrimas”.
- Going postal. Entre 1986 y
1997, varios empleados del servicio de Correos de Estados Unidos mataron a
tiros a 40 compañeros y jefes. en 20 incidentes. La expresión going postal
describe desde entonces los ataques de ira y rabia en el puesto de trabajo.
Cuidadín, aunque no llegue la sangre al río.
- Greng jai. Voz tailandesa
que describe “el sentimiento de no querer aceptar una oferta de ayuda por las
molestias que causaríamos”.
- Han. En coreano, aceptación
colectiva del sufrimiento combinado con un deseo silencioso de que cambien las
cosas. Una mezcla, según la escritora coreana Park Kyung-ni, de tristeza y
esperanza.
- Ijirashii. Palabra
japonesa que describe la sensación de emocionarse al ver cómo alguien supera un
obstáculo o hace algo digno de reconocimiento.
- Kaukokaipuu. Deseo de viajar
(en finlandés). En ocasiones se traduce por otro término alemán parecido, Wanderlust.
- Mono no aware. Expresión
japonesa que hace referencia a la contemplación de una belleza que sabemos
pasajera. Reúne la “pena y serenidad que sentimos al reconocer la
inevitabilidad del cambio; la tristeza que anticipa las pérdidas que vendrán, y
la chispa añadida a los placeres porque sabemos que tienen que terminar”. Tiene
raíces en el budismo zen y está estrechamente relacionado con el wabi-sabi,
un término estético japonés que se refiere a la belleza que se encuentra en las
cosas inacabadas o imperfectas.
- Nakhes. En yiddish (idioma de
las comunidades judías), es el orgullo que sienten los padres por cualquier
pequeño logro de sus hijos.
- Nginyiwarrarringu. Para los mencionados
pintupi de Australia, hay 15 tipos diferentes de miedo. Entre ellos el ngulu,
el miedo que sentimos cuando otra persona busca venganza; el kamarrarringu,
la sensación de que alguien está detrás de ti; el kanarunvyju, el miedo
a los espíritus malignos que no te permite conciliar el sueño, o nginyiwarrarringu,
el espasmo de alerta que te hace ponerte de pie y mirar alrededor, buscando qué
lo ha causado.
- Oime. En japonés, la intensa
incomodidad que supone estar en deuda con alguien.
- Pronoia. La extraña sensación de
que todo el mundo te quiere ayudar. En realidad, lo contrario a la paranoia.
- Ringxiety. Término acuñado
por el psicólogo David Laramie. Se define como “la ansiedad de bajo nivel que
nos lleva a pensar que hemos oído cómo sonaban nuestros teléfonos, aunque no lo
hayan hecho”.
¿De verdad hay
tantas emociones? No, en realidad no. Como sabes, una emoción es “una reacción
neurológica de corta duración provocada por la estimulación de los centros
cerebrales” (Stauart Walton). Hay seis emociones universales (las de ‘Inside
Out’ más la sorpresa, “que no les cabía en la peli”). Tres dirigidas desde el
exterior: sorpresa, alegría e ira; tres desde el interior: asco, tristeza y
miedo (la secuencia de cada triada va de atrás hacia delante). El gran Paul
Ekman, experto en emociones, ha añadido hasta diez: la vergüenza, los celos, el
desprecio y el bochorno. La simpatía, la admiración, la nostalgia, la
agresividad, el terror o el remordimiento no son emociones en sí, sino que
incluyen emociones. ¿Y el Amor? Siguiendo al maestro Marina, el Amor es un
cóctel de emociones. Como señalé una vez en la presentación de su último libro
sobre la generación del talento, mi favorita entre sus obras es ‘Palabras de
Amor’ que, como él dice, “no trata sobre el Amor, sino sobre la continuación del
Amor” (me gusta ponerlo en mayúsculas, porque hay amores con minúsculas).
Mi gratitud a
Tiffany, a Jaime y a Raúl, por compartir sucesivamente estos nuevos términos
ligados a emociones.