Anoche
estuvimos, durante la exquisita celebración del cumpleaños de Celia (gracias
una vez más a los anfitriones), disfrutando de la Gala de los Goya en su 31ª
edición. Los resultados no fueron sorprendentes: ‘Tarde para la ira’, ópera
prima de Raúl Arévalo, Mejor Dirección Novel, Película, Guión y Actor de
reparto (el gran Manolo Solo, que está brillantísimo); ‘Un monstruo viene a
verme’, 9 estatuillas: Dirección para Jota Bayona y 8 técnicas: Fotografía,
Dirección artística, Maquillaje y peluquería, Dirección de Producción, Música
original (el gran Fernando Velázquez), Efectos especiales, Sonido y Montaje;
Emma Suárez ganó como actriz principal (‘Julieta’) y de reparto; Roberto Álamo,
como actor principal (‘Que Dios nos perdone’); Ánna Castillo (El olivo), mejor
actriz revelación y la argentina ‘El ciudadano ilustre’, mejor película
iberoamericana. Buenos resultados de taquilla, la presidenta (Yvonne Blake)
prometió un 2017 “fantástico” y el presentador por tercer año, Dani Rovira,
cerró el evento deseando trabajo para todos (debería haber dicho “empleo”, ya
sabes la sustancial diferencia) y además, bien pagado. También en el cine
español, #PactoPorLaEmpleabilidad
Sobre
la propia gala, los problemas de siempre. Estoy con Natalia Marcos sobre su
sede, el Auditorium: “El hecho de que los premios del cine español se entreguen
en un hotel que está en un descampado de la carretera de Barcelona ya es un mal
comienzo”. Ella habla de “cutrez” en el escenario, la moqueta, el ruido visual…
lo de la orquesta (Fil Symphony Orchestra) no cuajó, Dani Rovira (que estuvo
voluntarioso) a la tercera ya no sorprende, fue de escaso gusto el ‘In
Memoriam’ tras un sketch con Karra Elejalde y Antonio de la Torre, el número
musical de Manuela Vellés y Adrián Lastra quedó artificioso y una realización
manifiestamente mejorable (por ejemplo, en el caso del violonchelista mejor
enfocado que los fallecidos en el año). Todavía está muy lejos de los Óscar,
los César o los BAFTA.
Si
concebimos nuestro séptimo arte como una ficción (à la Marina, poniendo el
ZOOM), como una “learning organization” (Peter Senge), ¿qué podemos aprender de
sus cinco disciplinas?
En
términos de DAFO, hemos de reconocer que el cine español ha progresado en sus
Modelos Mentales. Si analizamos el quinteto de directores (Almodovar, Bayona,
Arévalo, Rodríguez y Sorogoyen), nos encontramos con un senior (Pedro
Almodóvar, 67 años, 34 películas) que “ha vuelto a casa”, un genio (Bayona, 42
años) que pasará más años en Hollywood que por aquí (ayer se mostró muy feliz
de formar parte de la familia de nuestro cine), un talento que se consolida (Alberto
Rodríguez, 45 años, ‘El hombre de las
mil caras’ tras ‘La Isla Mínima’ y ‘Grupo 7’), Rodrigo Sorogoyen: un director
que ha dado el paso (‘Que Dios nos perdone’) tras dirigir series (‘La pecera de
Eva’, ‘Impares’, ‘Vida loca’, ‘Frágiles’, ‘La rabia’) y otro que amplía su
carrera profesional desde la actuación (Raúl Arévalo, 37 años, decenas de
apariciones como actor). Todavía no es un MLP (Modelo de Liderazgo Propio) en
toda regla, pero no cabe duda de la confluencia.
Otra
de las fortalezas es el “aprendizaje de equipo”. El cine español actual se
lleva mejor que en épocas anteriores. Más profesional (en buena medida por las
teles privadas, que se llevan casi el 80% paretiano de la taquilla y han
generado buenos números por comercialidad & calidad), menos infantilmente
reivindicativo. Esperemos que el trío de la dirección de la academia (Yvonne
Blake, Manchester 1940; Mariano Barroso, San Just Desvern, 1959; Nora Navas,
Barcelona 1975) siga en esa línea, porque “no hay equipo sin líder ni líder sin
equipo”.
Vayamos
con las grandes oportunidades de mejora. El dominio personal (autoconfianza):
seguimos acomplejados ante las cinematografías estadounidense, francesa y
británica, como se pudo comprobar una vez más en la gala. Si no creemos en
nuestro talento, el avance será insuficiente. Nos falta (y mucha) Visión
Compartida: ¿Cuál es el propósito, el “para qué” de la ceremonia de los Goya?
No parece claro. Evidentemente, es que los espectadores amen nuestro cine y
vayan a ver las películas españolas, como hacen otros en sus respectivos
países. Tenemos la habitual sensación de endogamia más que de orientación al
cliente (la escasez de patrocinadores confirma el escaso interés de la gala). Y
por supuesto, la quinta disciplina, el pensamiento sistémico. El cine español
tiene mucho talento, pero cada uno (actrices/actores, productores, directores,
etc) parece ir por su lado. Hemos confundido la imprescindible libertad con el
individualismo y los compartimentos estancos, los silos.
El
cine español recibe en ayudas unos 50 M € (el británico 120 M, el alemán 350 M,
el francés 770 M), que es la 1/120 parte de las ayudas fiscales a la vivienda.
Genera unos 10.000 empleos directos (menos que Peugeot-Citroen en nuestro país)
y está subvencionado en menos del 3%. Factura unos 125 M € (25% de la taquilla total), con 257 largometrajes de los que cinco recaudaron más de un millón de euros y diez el 70% de la facturación nacional. El IVA cultural del 21% es excesivo (somos
el único país de Eruopa donde se paga el IVA máximo), pero evidentemente no es
la mayor de sus oportunidades de mejora.
Loles
Sala, directora del Human Age Institute y de Talento y Cultura de ManpowerGroup,
siguiendo a Senge y a Marina le ha dado la vuelta al concepto de “learning
organization” (descriptivo, estático) y ha acuñado el reverso: “Organizational
Learnability” (Aprendibilidad Organizativa). ¿Cuál es la “aprendibilidad”, la
capacidad de aprender, la auténtica humildad, del cine español? Su adaptación es su supervivencia. Es la clave de
bóveda de su presente y de su futuro.
La canción
de hoy podría estar incluida en una de las bandas sonoras de Fernando
Velázquez, a las que me he referido en otras ocasiones. Sin embargo, antes de
la cena y de la Gala de los Goya “descubrí” que la mítica canción de Pimpinela
y Dyango ‘Ese hombre’ tiene una segunda parte: https://www.youtube.com/watch?v=UJnvpSt9FUI
¡Impresionante! Gracias, Juan, por el vídeo.