Aperitivo
veraniego entre amigos, para conversar sobre lo divino y lo humano. Gracias,
Lili y Tony, por un momento tan delicioso.
He estado
leyendo un interesante artículo del filósofo José Luis Pardo: ‘La fórmula
Lennon & McCartney’. El pasado 6 de julio, víspera de San Fermín, se
cumplieron 60 años del día que se conocieron John Lennon (por entonces, con 16
años) y Paul McCartney (acababa de cumplir 15) en el salón de actos de la iglesia
parroquial de San Pedro de Woolton, en Liverpool.
Para José
Luis Pardo, la significación del evento podría ser similar al encuentro (en la
Academia de Atenas) entre el maestro Platón y su discípulo Aristóteles (20 años
juntos). Lennon actuaba con su banda en un festival benéfico y McCartney hizo
una prueba en el entreacto; poco más de un año después la madre de John murió
atropellada y como Paul había perdido a la suya con 14 años, le mostró a su
colega el valor terapéutico de la música. Prácticamente todas las composiciones
de los Beatles se firmaron con la fórmula (con la “marca”) Lennon &
McCartney. “Sería imposible contar en este espacio toda la cantidad de
novedades que los Beatles introdujeron en la música popular”. Entre muchas
otras, las actuaciones en grandes espacios (como la plaza de toros de las
Ventas en Madrid), la actividad en estudios de grabación, los prototipos del
havy metal, el rock sinfónico o la música psicodélica…
“John y
Paul nunca dejaron de ser dos muchachos de clase obrera con mucha suerte y
pocos estudios, tan desorientados por los fenómenos culturales de los 60 como
cualesquiera de sus compinches de los suburbios de Liverpool, que tuvieron que
aprenderlo todo sobre la marcha. Su verdadera importancia no reside en los
“cambios culturales” que supuestamente inspiraron, sino en la revolución
musical que transformó la atmósfera sonora de nuestro tiempo y permitió
expresar sentimientos hasta entonces mal dibujados gracias, sobre todo, a esa
combinación de ingredientes imprevistos que seguimos llamando Lennon & McCartney.
¿Quién de
los dos era mejor? “La cuestión de quién de los dos era “mejor” carece de
sentido: lo mejor es la mezcla de ambos. Como grupo, los Beatles duraron lo que
duró esa alianza mágica que se adivina en la sutil armonía de sus dos veces
desde las primeras grabaciones y su pervivencia a través de los años es la del
nuevo concepto artístico creado por esa mezcla, que sigue latiendo como el
viejo corazón del que vive lo que aún queda de la música pop”.
Este
magnífico artículo es una prueba más de que el tándem es la unidad mínima de
Liderazgo. Obvio, en el caso de Lennon & McCartney; no tanto, en el de mi
coach favorito (Aristóteles de Estagira) y su maestro, el idealista Platón. Dos
personas complementarias en términos de personalidades (rasgos y funciones),
con los mismos valores fundacionales.
Pero es
que además John y Lennon son “caso de éxito” como producto “disruptivo” (que
transformó la música de su tiempo), por las 10.000 horas de práctica deliberada
(su actividad frenética en Hamburgo) y por el impacto de la marca (en la
América proKennedy de principios de los 60).
El éxito
de Los Beatles creo que fue cuestión
de 4 T: Tiempo (‘I wanna hold your hand’ salió unas semanas después del
asesinato de JFK), Talento (mucho, muy bien trabajado), Tensión creativa (para
salir de la zona de confort del momento) y, por supuesto, Tándem. La revista
‘Strategy + Business’ analizó los Principios de los Beatles (www.strategy-business.com/article/06104?gko=8e481).
El 9 de febrero de 1964 cuatro chavales de Liverpool aparecieron en el Show de
Ed Sullivan, con la mayor audiencia de la historia hasta entonces. Cantaron
‘All my loving’. El equipo fue mucho más que la suma de las partes
(macrosinergia), “como una hidra de cuatro cabezas” (así le llamó,
envidiosamente, Mick Jagger). Familiaridad, confianza mutua, mucha diversión.
Andrew Sobbel redujo el éxito de este conjunto musical (más de 1.000 M de
discos en apenas una década) a cuatro grandes principios:
1.
Pasad
mucho tiempo juntos antes de salir al escenario. Los dedos se convierten en una
mano, que es “otra cosa” mucho más valiosa.
2.
Con
el mismo nivel de innovación y entusiasmo, haced que evolucionen vuestras
“canciones” (‘With a little help from my friends’, de Sargent Pepper, el primer
álbum conceptual de rock, que ahora cumple medio siglo). Frente a la
complacencia (cantar ‘I wanna hold your hand’), la reinvención.
3.
Ayuda
a los integrantes del equipo a que sean “marcas dentro de una marca”, con un
tema (una idea, un propósito) con el que brillen ante la audiencia.
4.
Gestionad
de verdad la diversidad, ferozmente, con generalistas combinados con
especialistas, e impulsa la competencia entre ideas (nunca entre personas
dentro del equipo). Cuando Paul cantaba “I’ve got to admit it’s getting better”, John añadía “Can’t get much
worse”.
Me apunto
estos cuatro principios para nuestro equipo directivo en la próxima temporada.
¿Cómo
acabó la cosa? John Lennon era un adolescente díscolo y rebelde que encontró en
Paul McCartney a un chaval currante y optimista. Junto a estos dos
temperamentos, otros dos especialistas: George Harrison (la guitarra) y Ringo
Starr (la batería). Cuando les llegó la fama y la fortuna que merecían (y Yoko
Ono), en 1970 era normal que cada uno tirara por su lado y atendiera a su
naturaleza: Lennon, como un mártir del pacifismo, asesinado en Nueva York en
1980; McCartney, caballero del Imperio Británico por sus servicios a la música
(1997) y el músico más rico del Reino Unido.
Como
homenaje a este fabuloso tándem, te propongo volver a escuchar el ‘Yesterday’
de 1965 /www.youtube.com/watch?v=sbKqt77P-gs (la canción más veces grabada de
la música popular, grabada por más de 2.200 artistas) por Paul McCartney y el
‘Don’t say good night tonight’, de 1979 (www.youtube.com/watch?v=DRCgueckAXE) con
los Wings, así como ‘Imagine’ de 1971 (www.youtube.com/watch?v=DVg2EJvvlF8) y
‘Starting over’ (www.youtube.com/watch?v=iAJ2AoEwDvY),
1980, de John Lennon. Nada es casual.
Etiquetas: Aristóteles, Lennon, Lernability, McCartney, Platón, Talentismo, Tándem