Sábado de
descanso, de entrenamiento deportivo (gracias, Irma, por esta magnífica
temporada como coach), de lecturas junto a la piscina y de cine (‘Eight days a
week’, la película de Ron Howard sobre los Beatles). Un documental muy
interesante sobre un fenómeno musical histórico. Y la canción, "When you say noyhing": www.youtube.com/watch?v=stUuxTaihNQ
He
estado leyendo, en Cinco Días, que “el Ministerio de Economía ha elaborado un
Informe sobre crecimiento empresarial en el que plantea, entre otras medidas,
eliminar o modificar aquellos umbrales por número de trabajadores o facturación
que operan actualmente en la legislación española y que dificultan que las
empresas aumenten su tamaño, ya que seguir siendo pymes tiene ventajas fiscales
y de otro tipo” (Europa Press): https://cincodias.elpais.com/cincodias/2017/07/26/companias/1501096654_015395.html
El
ministro de Economía, Luis de Guindos, indicó que en España el tamaño medio de
las empresas es menor que en los principales países de la UE y el tejido
empresarial está sesgado en favor de las microempresas, que además aportan
mucho menos valor añadido. Son los principales empleadores de la economía
española (ocupan a cuatro de cada diez trabajadores, y las pymes en su
conjunto, a tres de cada cuatro). La reducida dimensión empresarial crea
dificultades para acometer proyectos de internacionalización o de I+D y estas
empresas contribuyen menos a la mejora de la productividad. Los salarios que
ofrecen también son menores.
Es
evidente que un mayor tamaño empresarial mejora la productividad y el
crecimiento potencial de la economía. “Si la estructura empresarial en España
fuera equivalente a la de la media de la UE, el PIB podría aumentar cerca de un
3,5% y si fuera equivalente a la británica, sería un 7,5% superior. En el caso
de ser como en Alemania, el PIB español podría ser casi un 6% superior”. El
gobierno pretende eliminar los umbrales por número de trabajadores (actualmente
se diferencia entre 10, 50 y 250 empleos) o por cifra de facturación (los más
repetidos en la legislación actual son 10, 6 y 2 M €) cuando la regulación
dependiente del tamaño no resulte necesaria o proporcionada.
El ministerio
de Luis de Guindos ha identificado más de 130 regulaciones empresariales
vinculadas al tamaño, que contribuyó negativamente al dinamismo de las empresas
al reconocer implícitamente unos beneficios fiscales decrecientes con el tamaño
de la empresa.
Los
empresarios de la micro y pequeña empresa son los que se muestran más cautos a
la hora de valorar la situación económica que atraviesa España. Se mantienen algo
más pesimistas que la media en lo que respecta a la coyuntura actual: la
mayoría (un 54%) califica como “regular” el momento de la economía y sólo un
44% espera que mejore a lo largo de 2017.
Más
allá de la regulación, que es importante, ser micro o pequeña empresa es
cuestión de mentalidad. El límite de 50 empleados suele ser a lo que “aspiran”
muchas pymes. Siendo una compañía más pequeña la productividad suele ser menor,
y la tasa de mortalidad se eleva.
John vio hace unos días un documental en Netflix, Keep
Quiet, (Callar). Trata sobre Csanád Szegedi, un personaje húngaro que
asciende al alto mando de un partido neonazi, Jobbik, y funda su brazo
paramilitar, la Guardia Húngara. “Mucha bandera, mucho símbolo, mucho uniforme,
mucho desfile. Y muchas consignas, todas ellas tan bestias como poco
originales. El “futuro radiante” que anuncian pasa por la “¡muerte a los
judíos!”, “los sucios judíos”. Szegedi, hoy con 34 años, se incorporó a Jobbik
en 2003, fue elegido vicepresidente nacional del partido en 2006 y al
Parlamento Europeo en 2009. En 2012 descubrió que era judío. “Su abuela, la
madre de su madre, le confesó un secreto que había callado desde la Segunda
Guerra Mundial: era una sobreviviente de Auschwitz. Se lo probó a su
estupefacto nieto mostrándole el número que le habían tatuado los nazis en el
brazo izquierdo”. Szegedi abandonó Jobbik, se arrepintió públicamente de su
antisemitismo, se hizo la circuncisión, se limitó a comer comida kosher
y se convirtió a una secta ortodoxa de la religión judía. Ha visitado
Auschwitz, ha visitado Israel, visita sinagogas por el mundo donde confiesa sus
pecados y celebra su redención.
“Algo
elemental en Szegedi le pidió subsumir su identidad individual en la identidad
colectiva, hallar su dignidad y su relevancia en la lealtad a un grupo. No
puede vivir sin códigos compartidos, sin reglas, sin bandera”.
Carlin
extrae dos lecciones del caso de Szegedi: “Primero, necesitamos pertenecer a
algo, motivados seguramente por un antiguo impulso tribal que compartimos con
los chimpancés, los leones, los elefantes y demás mamíferos. Segundo, y a
diferencia de los animales, queremos darle sentido a la vida. Buscamos
claridad, la claridad terrenal o cósmica que nos ofrece la ideología o la
religión”. “Son las circunstancias de la vida las que determinan, en primer
lugar, el grupo con el que uno se asocia, sea este político o religioso.
Después, solo después, damos el paso evolutivo que nos distingue de las demás
especies y nos comprometemos con la doctrina del grupo en el que nos
encontramos”.
La mayoría
de los conflictos y guerras de la historia, consiste “en adquirir el hábito
mental de señalar como certeros los datos y los argumentos que sustentan
nuestra doctrina y en cerrar los ojos, o desdeñar a los que la ponen en duda”.
Hay
excepciones a la regla (como el propio John). “Hay algunos bichos raros. Gente
que no aparta la vista de la insondable complejidad de cada persona y del
inevitablemente confuso destino de la humanidad. Somos bastantes, la verdad”. Son
escépticos, que no tienen que ser estériles ni aburridos. “Apuesto por la
generosidad como valor máximo en la vida y apuesto por el humilde sueño de
luchar para mejorar la condición humana poquito a poco. No creo en aquellos que
prometen utopías en el cielo o en la tierra. Renuncio a la claridad y, salvo
que esté hablando de Trump o de Lionel Messi, no me creo ni a mí mismo cuando
la propongo. Por eso soy incapaz, aunque a algunos les ofenda, de reprimir el
impulso a reírme de lo tontos que somos”.
Mientras
haya pensamiento crítico, hay esperanza.
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